Thea quería despedirse de James. Sin embargo, no se atrevió a hacerlo. Ahora tenía que quedarse con Zavier y esperar hasta después para explicarle las cosas a James. No tenía otra opción. De lo contrario, la vida de su hermano estaría en peligro y su familia se enfrentaría a la destrucción. James, por otro lado, no sabía lo que estaba pasando en Cansington. Tampoco pensaba mucho en ello. No podía marcharse, ya que necesitaba permanecer al lado de Henry para vigilar su estado. Thea llamó a Zavier. En la residencia Watson, en el Barrio Residencial Buenavista, Thea se encontraba sentada en el sofá. Antes de reunirse con Zavier, había ido a su casa para maquillarse y ponerse un vestido blanco muy revelador. La piel clara y suave de su cuello y brazos estaba a la vista de todos. Mientras tanto, Zavier se sentó a su lado y la inspeccionó. Con cara de satisfacción, la recorrió de pies a cabeza. Perfecta... Era una mujer impecable. “Piénsalo bien, Thea. No soy yo quie
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