James no estaba convencido de que Floyd realmente hubiera llamado al Emperador. Sin embargo, sabía que incluso si el receptor de la llamada no era el Emperador, la persona real debía haber estado escuchando desde otro lugar. No se escuchó ninguna voz en el teléfono. James continuó a pesar de la falta de respuesta. “No me importa lo que estés buscando. Ten por seguro que te detendré”. “¡Bip!”. La otra parte colgó el teléfono. “No te irás de aquí con vida, Dragón Negro”, lo amenazó Floyd mientras fulminaba a James con la mirada. “Hay cien mil soldados desplegados afuera, sin mencionar el fuerte ejército de tres millones de soldados en la Ciudad de las Llanuras del Sur. Llegaste hasta aquí, pero no creas que vas a salir vivo de esto”. “¿En serio?”. James le dedicó una sonrisa burlona “Si pude llegar hasta aquí, entonces es lógico pensar que definitivamente también hay una salida. Ah, y por cierto, esta era la sala de conferencias del ejército del Dragón Negro. La conozco c
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