En ese momento, el espíritu de Loreto fue completamente quebrantado, cayendo sin fuerzas al suelo.Simón sonrió y luego dijo: —Feliciano, asegúrate de manejar bien tu departamento, no te metas en problemas innecesarios, podrías verte afectado.Leocadio y Anselmo, al escuchar esto, sintieron un temor, ya que las palabras claramente iban dirigidas hacia ellos.Feliciano asintió con la cabeza y dijo: —Me aseguraré de mantener la disciplina.—Entonces me iré por ahora, estaré esperando su informe.Después de decir esto, Simón subió al auto, pisó el acelerador y se alejó con estruendo en su vehículo todoterreno.En ese momento, Feliciano finalmente suspiró profundamente y miró a Loreto diciendo: —Deja de hacerte el muerto, esta vez no hay escapatoria para nadie, mejor asume tu destino.Feliciano sabía que la Oficina tenía enormes privilegios, y ante este departamento terrorífico, ellos, como simples mortales, eran insignificantes. En esta ocasión, Loreto se estaba enfrentando a un problema
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