Capítulo 1881
Evidentemente, las dos pequeñas serpientes ya habían tomado a Simón como su primer banquete desde el momento de su nacimiento.

—¡Malditas criaturas! — exclamó Simón, apretando con rabia los dientes. De inmediato, un aura oscura comenzó a emanar de su cuerpo, liberando una potente energía de destrucción que aumentaba de manera vertiginosa en su interior. Al instante, de su ser se desprendió una descarga eléctrica envuelta en esa energía destructiva.

La electricidad recorrió el cuerpo de la gigantesca serpiente negra y, reforzada por el poder de destrucción, hizo que la bestia levantara instintiva la cabeza en un alarido de dolor, liberando finalmente a Simón. La serpiente, aún retorciéndose, se lanzó de nuevo hacia él. Simón aprovechó ese instante y saltó con agilidad sobre su lomo. Sin embargo, debido a lo resbaladizo de sus escamas, Simón casi pierde el equilibrio y deslizó parcialmente.

La serpiente giró furiosa, enrollándose rápidamente para atraparlo de nuevo. Sin embargo, Simón no
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