Capítulo 270
Simón canalizó toda su energía espiritual convirtiéndola en la fuerza del rayo, adhiriéndola a su hoja de rayo.

En un instante, la hoja de rayo estaba rodeada por una atmósfera completamente electrificada, con truenos retumbantes tan brillantes que resultaba imposible siquiera abrir los ojos.

Observando a los lobos acercándose, Simón blandió la hoja de rayo, desatando destellos de luz eléctrica que se dirigieron directamente hacia los lobos.

Con los aullidos lamentables de los lobos, fueron reducidos a cenizas al instante.

Los lobos muertos por la fuerza del rayo ya no podían regresar al lago de sangre en forma de sangre, lo que permitía consumir continuamente la fuerza de Sarita.

En ese momento, la batalla entre Constantino, Ivette y Sarita ya había alcanzado un punto de ebullición muy alto.

Constantino estaba rodeado por columnas de luz, con ángeles danzantes y cantos sagrados resonando mientras agitaba las manos encadenadas, enviando incesantes oleadas de luz sagrada hacia Sarita.

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