Capítulo 353
Después de la brutal tortura, el Dragón de Fuego ya no tenía fuerzas para resistir. Emitía gemidos muy lastimeros, como si estuviera suplicando clemencia. Fue entonces cuando Simón finalmente detuvo sus acciones, arrojando al Dragón de Fuego al suelo y parándose frente a él.

En este momento, el Dragón de Fuego ya no mostraba la ferocidad anterior. Bajó la cabeza dócil y obedientemente y se postró a los pies de Simón.

—¿Te rindes? — preguntó Simón lentamente.

El Dragón de Fuego, como si entendiera las palabras humanas, aceptó obedientemente.

Simón se sonrió fríamente. —Bien, ahora que te has rendido, te encontraré un lugar especial para quedarte. Cuando tenga tiempo, hablaremos adecuadamente.

Dicho esto, Simón levantó al Dragón de Fuego y lo arrojó directamente a la semi-dimensión.

Viendo cómo el Dragón de Fuego desaparecía abruptamente, Isidoro y Eleuterio estaban muy perplejos, sin entender qué estaba pasando.

Pero en ese momento, Simón dijo: —Vamos, veamos si hay algo bueno por aqu
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