Capítulo 390
En ese momento, en lo profundo de la Sierra Encantada, dentro de un cañón, un hombre caminaba pausadamente.

Este hombre tenía cabello plateado, un rostro occidental y vestía una túnica gris. Miraba atentamente alrededor del cañón, observando las señales de batalla que quedaban.

Después de un rato, cerró los ojos lentamente y una fuerza invisible cubrió todo el cañón. En su conciencia apareció la imagen de una gran batalla; aunque era borrosa, aun así podía verla con claridad.

Momentos después, abrió los ojos, sacó su lengua escarlata y se lamió los labios, sonriendo dijo: —Todos son muy poderosos, parece complicado, el huevo del Dios de la Sangre también ha desaparecido, ¿qué debería hacer?

Después de pensar por un rato, caminó lentamente hacia la base de la montaña.

Mientras tanto, en algún lugar de la montaña profunda, Constantino estaba curando con luz sagrada a un venado herido; de repente, giró la cabeza y miró en dirección al cañón.

Poco después, Constantino frunció el ceño
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