Dos meses no cambiaron el hecho de que Vetta no sabe qué hacer con su vida. Estos dos últimos meses no fueron fáciles, ya que siempre se encuentra a sí misma resistiendo el impulso constante de volver a palacio. Pero, le prometió al Rey Lucien que ‘sanaría’, estaba decidida a no defraudarlo... aunque no sabía qué significaba ‘sanar’. Las heridas que tiene nunca sanarán. Pero como ya hizo una promesa así, estaba decidida a intentar vivir como una mujer libre, y se propuso cumplirla. En los últimos dos meses, intentó hacer todo lo que hacen las mujeres normales del Reino de Salem. Va al mercado por comida, asiste a la feria siempre que se entera de que habrá espectáculo de carnaval, mantiene su casa e incluso sale a recoger las frutas que caen en el jardín. Está bien, admitió Vetta en su interior mientras ponía la mesa para cenar temprano en el silencio de su casa. No fue fácil, pero se sentía bien. La vida de una mujer libre era aburrida pero fascinante. Una de las cosas que
El Rey Lucien acababa de regresar de la Corte Real, muy cansado y con un fuerte dolor de cabeza. Cojeaba levemente por estar tanto tiempo de pie. Fue un día muy ajetreado, como todos estos dos últimos meses. Más temprano, recibió la carta de la Princesa Kamara, y se vio obligado a abrirla. Las otras cartas no se molestó en abrirlas porque, francamente, no le importaba su contenido. No tiene intención de casarse con la Princesa. Pero, al venir de un mensajero, dedujo que debía de haber algo más en la carta– tenía que haberlo para que el mensajero fuera enviado desde Navia hasta Salem. Así que la abrió y la leyó. En efecto, había algo más en la carta. Finalmente tenía sentido, el comportamiento de la Princesa aquí en Salem. Su corazón ya le pertenece a otro. Como el suyo. Se dirigió a su escritorio y se sentó en su silla, con la mano tocando su adolorida cabeza. Simplemente está muy cansado. Sus días ajetreados no hacen nada por aliviar los dolores de su pecho, la agonía de
“Tus palabras tiernas me abruman, Esclava Zorra”. Seguía divirtiéndose. Vetta se giró hacia la entrada de la cueva, ignorando el golpe en el pecho que le provocó escuchar ese nombre. “No crees que simplemente puedes irte, ¿cierto?”. Su voz burlona volvió a sonar.“¡Solo mira mi espalda mientras me largo, monstruo!”. Espetó sin darse la vuelta.“Necesito tu ayuda”.Vetta se giró tan rápido que dio una vuelta entera. Respiró hondo dos veces, tratando de calmarse. Cuando recuperó un poco el control, le clavó una mirada llena de tanto odio que habría hecho tambalearse a un ser menos humano... o a un monstruo menos monstruoso.“Prefiero morir antes que ayudarte con algo”. Afirmó firmemente. Él se agarró el pecho en un simulacro de asombro. “Oh, mascota. Eres tan predecible”.“Me voy”. Se giró de nuevo.“Si me ayudas, recibirás tanto dinero a cambio, que serás una mujer rica”.“Puedes pudrirte en el infierno”. Ella está a quince pasos de llegar a la entrada.“Te daré poder, V
Los pasos de Vetta vacilaron. Se hizo el silencio. Entonces, se giró y se enfrentó a él. El veneno en su expresión SÍ lo hizo estremecerse esta vez.“Eres un monstruo despreciable y tramposo”. Siseó: “Siempre es con amenazas, ¿no? Siempre amenazas. Chantaje. Siempre”.Él se encogió de hombros, imperturbable. “Es más efectivo que cualquier otra cosa. Sobre todo porque sabes que soy un hombre de palabra”.“Mientras que las palabras de otros hombres son oro, tu palabra es de aluminio”. Ella se cruzó de brazos: “Saldré de aquí, y déjame decirte lo que sucederá. Iré a ver donde el Rey y se lo contaré todo. La rata que él cree muerta no lo está. En su lugar, está en una sucia cueva sedienta de poder”.“Pobre Vetta. Eres tan, tan, tan patética. ¿Escuché que le dio su amor a otra? Después de todo tu sacrificio y todo lo que hiciste por él, ¿qué conseguiste?”.Él estaba sonriendo: “Te tiró como un trapo viejo mientras su corazón anhela a tu enemiga. El Rey Cone te lo dijo, ¿o no? Apues
Baski instó a la cansada Reina Danika a salir a dar un paseo para ejercitarse. La Reina estaba malhumorada y se resistía a ir. Después de pasar la mitad del día en la corte, solo quería acostarse en la cama y dormir toda la noche... si es que lograba conciliar el sueño. Pero Baski la sacó a rastras del palacio. Cuando el aire de la noche golpeó a Danika, la mayor parte de su malhumor desapareció y, a medida que avanzaban, tuvo que admitir que un paseo nocturno no era mala idea. “Tienes muchas cosas en la cabeza, mi Reina”, señaló Baski mientras caminaban hacia el jardín del palacio. “Sí, tengo muchas cosas en la cabeza. Me digo a mí misma que deje de preocuparme siempre, como tú siempre me dices, pero a veces no puedo evitarlo, Baski”.“¿Es por tu matrimonio inminente?”.“Sí. Se convirtió en lo más importante en mi mente desde que esos ministros fastidiosos me hicieron dar la orden hace dos días”. Respiró hondo y se llevó una mano a la cintura para sostener su propio peso. Se
Kamara se despertó con la noticia de la carta del Rey Lucien, su felicidad era insuperable. Se disparó aún más cuando Henna corrió a su habitación para decirle que el Mensajero Real de Salem llegó y está con el Rey Valendy. Kamara estuvo bailando sola desde entonces, luciendo una sonrisa de oreja a oreja mientras atendía sus obligaciones reales. Hizo tiempo, como siempre, para llevar comida al calabozo de Callan. No la dejan acercarse, porque su padre se aseguró de eso, pero ya tiene a unos cuantos guardias trabajando para ella para asegurarse de que Callan reciba comida. La comida que trajo hoy se la entregó a uno de los guardias, como de costumbre, antes de regresar a las Habitaciones Reales. Desde lejos, vio los ojos de Donna clavados sobre ella, la señora fruncía el ceño, pensativa. Obviamente, se pregunta por qué hay una sonrisa en el rostro de Kamara hoy. Era una escena poco habitual desde que su amado fue encarcelado. La Princesa Kamara solo sonrió arrogantemente a l
Dos días después... Sonma ronda los setenta años, con el cabello canoso recogido en un moño detrás de la cabeza. Pero, a diferencia de otros de su edad, es fuerte y capaz para su edad. Hace todo lo posible por ignorar a su visitante mientras se concentra en los hechizos que intenta enlazar, pero le resulta una hazaña imposible. ¿Quién puede ignorar a un hombre como este? Su visitante dominaba su sala. Vestido con el cuero más costoso que había visto en mucho tiempo, todo en él gritaba, ‘poder’, incluso sin una corona en su cabeza. Una larga cicatriz atravesaba su mejilla izquierda, dándole un aspecto salvaje del que habría preferido prescindir. Apoyado contra la pared, su visitante tiene los brazos cruzados y parece relajado y tenso al mismo tiempo. ¿Había mencionado que su visita no está sonriendo? De hecho, hay líneas de expresión casi visibles en su rostro cincelado que indican a Sonma que su visitante fruncía el ceño más que en su mayoría. Un Rey muy serio y aterrador, es
La mano del Rey Lucien se apretó con más fuerza. Miró fijamente al anciano: “¿Hemos terminado aquí, Sonma? Necesito estar en otro sitio”.“Ya ca-casi terminamos, su Alteza”. El Rey lo fulminó con la mirada. Sonma tragó con fuerza: “Tengo que lanzar los hechizos ahora, su Alteza. Necesito silencio y concentración”. Cerró los ojos y trató por todos los medios de despejar su mente. Consiguió su silencio, ya que de repente todo estaba tan silencioso como una tumba. Pasaron largos minutos. Sonma abrió los ojos y frunció el ceño. Finalmente, miró a su visitante. Apenas resistió el impulso de aferrarse. El Rey tenía un aspecto... más duro. Su rostro parecía tallado en piedra, sus ojos ilegibles. Sus hombros se tensaron con una fuerte emoción que casi podía interpretarse como rabia. Tan frío. “¿Ocurre a-algo, su Alteza?”. Él le preguntó. “Dime tus descubrimientos, Sonma. No me hagas perder más tiempo”.Las palabras tranquilas sonaron como una amenaza y una advertencia a los o