CAPÍTULO 13
Connor suspiró mientras veía a Virginia como una hormiguita loca detrás de su escritorio. Estaba ansiosa, podía notarlo, pero todo aquello desapareció cuando un muchacho que no debía tener más de veinte o veintiún años llegó frente a su mesa. Virginia le estrechó la mano y estuvieron conversando unos cinco minutos mientras Connor se aguantaba los celos como un hombrecito.
Finalmente la vio empujar la puerta de cristal de su oficina y asomarse.
—Creo que nuestro caso llegó… —dijo un poco nerviosa.
—¿En serio? ¿Llegó «llegó», o tú lo encontraste? —preguntó Connor sorprendido.
—Un poco de los dos, llámale destino —respondió Virginia.
—Está bien, vamos a escucharlo entonces —accedió.
<CAPÍTULO 14.Virginia no podía dormir, no podía comer, no tenía paz ni descanso y por más que trataba de disimularlo, Connor se daba cuenta. Estaba a punto de levantarse con las ojeras más horribles cuando sintió un par de manos que la empujaban de nuevo hacia atrás, y el cuerpo pesado y delicioso de Connor cayó a su lado en la cama, haciendo que se hundiera.Tiró de ella y la abrazó, pasando una pierna sobre las suyas para aprisionarla.—Mmmm… ¿Esto qué es? —Sonrió Virginia sin abrir los ojos.—¡Es un secuestro! —declaró Connor en su oído—. Hoy vamos a llegar tarde a la oficina.—¡No me digas!—¡Y sin protestas! Sé que no has dormido más de tres horas, y mi asistente no puede dormirse en su escritorio. Así que nos vamos a acurruca
Encontrar información, especialmente información judicial, no era cosa que se hiciera en media hora. Connor sabía que era normal que Baby se demorara, pero aquel sexto sentido de abogado le decía que algo estaba mal. Apretó el botón del telefonillo y marcó la extensión que estaba más cerca del ascensor.—¿Irene? —llamó y la mujer carraspeó antes de contestarle.—Dígame señor Sheffield.—¿Vio si Baby bajó a los Archivos?La cámara de los archivos estaba un piso más abajo, en un espacio climatizado y preparado para conservar los documentos más antiguos.—Emmm… sí, señor Sheffield, la vi pasar hacia el ascensor, puede haber ido a los archivos.—Gracias —respondió Connor, y trató de abrir la comunicación con el telefon
Connor sintió un nudo en la garganta en el momento en que vio a Virginia apretar el botón del ascensor para cerrar las puertas. ¡Era un imbécil! ¡Pero no por sus reglas sino por haber negado delante de Nigel Thomas que tenía algo con ella! Sabía que eso era lo que le había dado el paso abierto para seguirla acosando.—Tú… ¡estás despedido! —gruñó Jacob Lieberman girándose hacia el hombre que seguía en el suelo—. ¡Recoge tu mugre y lárgate de este despacho!—¡No pueden despedirme! —se envalentonó Nigel, señalando a Connor—. Él fue el que me agredió.—Él estaba salvando a una muchacha de tu acoso sexual, y te garantizo que habrá más de un testigo de eso para declarar en un tribunal —lo amenazó Jacob—. &
Connor respiró hondo, sabía que Baby necesitaba espacio, y él necesitaba tiempo para pensar en cómo solucionar el desastre que había hecho. Pero ni la ducha le refrescó la cabeza, ni las dos horas que pasaron sin que Baby saliera de su habitación fueron las más dulces de su vida.Finalmente la frustración le ganó y empujó aquella puerta como si fuera un huracán.—¡No voy a permitir que…! —estaba listo para entrar en batalla cuando vio los ojos somnolientos de Baby. Estaba acurrucada entre las mantas, durmiendo con un sueño intranquilo y cansado.Connor se acercó a la cama y se sentó detrás de ella. Que estuviera durmiendo a las seis de la tarde no era precisamente bueno. Baby tenía todos los complementos necesarios para deprimirse clínicamente, solo que era tan buena ocultándolo que quiz&aacut
Se dejó arrastrar, esa era la única palabra posible. Virginia se dejó arrastrar hacia la cama y se acostó de lado, ocupando su parte mientras Connor se acostaba del otro lado.—¿Una serie? —preguntó él con coquetería.—Sí, por favor… —murmuró Virginia intentando no mirarlo.—¿De qué la quieres?—Terror. —Pero si Baby creía que una serie de terror le quitaría lo romántico y lo erótico a compartir la cama con Connor Sheffield, estaba muy equivocada.Pasó la siguiente media hora con la nariz escondida bajo las mantas, hasta que el sueño la fue venciendo poco a poco. Estaba en ese punto dulce donde ya no quería abrir los ojos cuando sintió el brazo de Connor llevándola hacia el centro de la cama y dándole la vuelta. Él
Virginia se pasó todo aquel almuerzo con el corazón en la boca, rezando para que el Juez Ordaz no volviera a mencionar el nombre de su madre o hiciera ningún comentario parecido.Por suerte, la conversación pronto se centró en la campaña del juez para lanzarse como senador. Parecía haber un aprecio y un respeto mutuo entre Connor y él, así que estuvieron debatiendo todas las estrategias para controlar los aspectos legales de su campaña.—¿Tengo que preocuparme porque estés aquí? ¡Sabes que te necesito en Los Ángeles! —resopló el juez.—No te preocupes, Jacob está allá y puedes confiar en él como si fuera yo mismo. Resolveremos todos tus asuntos así esté yo en Nueva York o en el mismísimo infierno —le aseguró Connor.—Te lo agradezco, mi jefe de campaña insist&ia
Virginia dejó escapar un jadeo ahogado mientras Connor comenzaba a levantarle la camiseta. Sintió sus labios calientes sobre su vientre, y una mordida suave sobre la parte baja de su seno que la hizo apretar las piernas inconscientemente. Estaban a nada de cruzar aquel punto de no retorno cuando unos golpes insistentes en la puerta los hicieron detenerse.Connor levantó la cabeza sobre el sofá y gruñó con fastidio por la interrupción, pero aunque la puerta tenía un timbre perfectamente funcional, la persona que estaba afuera seguía golpeando con desesperación sobre la madera.—¡Maldición! ¡SI es Jake te juro que lo voy a matar! —exclamó Connor por lo bajo mientras hacía un esfuerzo supremo por esconder la erección que tenía.Abrió la puerta a punto de ponerse a gritar, pero del otro lado de la entrada lo esperaba la figura de un
Quizás en otro momento Virginia hubiera dejado pasar aquello, pero por desgracia aquel no era el día para hacerla enojar. Se paró frente a Nichols con una sonrisa encantadora y le susurró: —¿Sabe qué va a pensar la gente? Van a pensar que tiene el buen gusto para elegir una mujer hermosa, el poder para conseguírsela joven y el dinero suficiente para mantenerle sus caprichos. Y haga lo que haga, jamás estará bien. —Virginia rio cansada—. Si se enreda con una mujer mayor que él, lo hará por su dinero. Si se enreda con una mujer menor que él, lo hará porque tiene una crisis de mediana edad. Si se enreda con una mujer de su edad será porque quiere mantener las apariencias mientras se desfoga en clubs de mala muerte… ¡Para la gente nunca estará bien! ¿Sabe por qué, señor Nichols? ¡Porque no pueden ser como él… y tampoco pueden tolerar eso! Así que ¿por qué mejor no se ocupa de su propia reputación, en vez de estar poniendo en entredicho la de los demás? Nichols se puso ro