Connor se permitió mirarla por un instante. Tenía los ojos cerrados y parecía cansada, como si el peso de toda la responsabilidad que tenía hubiera conseguido por fin agotarla. Se veía hermosa así, incluso parecía más joven, más inocente… Sintió una extraña electricidad recorriendo su cuerpo, y cedió a la tentación de acariciar su rostro. Tenía las mejillas suaves y la piel delicada, una naricita pequeña y una boca…
No encontró la palabra. En el mismo segundo en que sus dedos le rozaron los labios, Malía abrió los ojos. Se quedó mirándolo por un segundo y Connor sintió como si todas las cosas malas del mundo de repente se pudieran olvidar solo porque ella estaba allí.
Sabía que no debía hacerlo, pero últimamente había demasiadas cosas que no podía evitar, y las puntas d
Connor se dijo que las reglas serían claras:Primero: No involucraría a Malía en nada que tuviera que ver con sus investigaciones, solo le encargaría las traducciones imprescindibles.Y segundo: Se aseguraría de estar cerca para protegerla y ayudarla, pero no demasiado cerca como para caer en la tentación.Así que ya sabía cuál era la elección más lógica.Mandó a Malía escaleras arriba a arreglarse mientras él se quedaba con Sam y media hora después salían de la casa.—¿Me quieres decir a dónde vamos? —insistió Malía con curiosidad mientras conducían por la ciudad.—Shshshshs. Sam está durmiendo.—Sam no se va a despertar porque su madre hable. ¿A dónde vamos?—OK, te voy a decir pero no pongas el grito en el cielo, te juro qu
Era una pregunta tan sencilla que Connor se puso rojo hasta la raíz del cabello.—Connor… ¿estás desnudo…?—¿Y tú qué haces en mi maldito departamento? ¡Me estaba bañando! —se defendió él, pero Malía no parecía molesta, solo aturdida.—¿Te estabas bañando en la cocina?—No, claro que no, solo vine por un trago… ¿por qué no llamaste a la puerta?—No me respondiste —Malía hizo un puchero.—¡Pues por los putos audífonos…! No escuché nada y tampoco te vi… ¿Y por qué viniste? —preguntó arrugando el ceño.—Sí se quedó algo en la mudanza… mis platos. Pensé que podíamos comer aquí… me estoy muriendo del hambre…—Yo tam
Malía había tenido razón, aunque no precisamente de la forma en que ella esperaba. Siempre había un precedente, ese primer intento para ver si algo funcionaba o fallaba, y eso precisamente había sido el caso de Felipe Ruiz.Connor lo había llamado en el mismo momento en que se había dado cuenta de que su caso era anterior a la muerte de la madre de Baby, y en especial, que las fechas del juicio coincidían con el primer viaje de Vanderville a España.—Déjame ver si entiendo esto —dijo Jackson por el altavoz del teléfono. Frente al aparato, desvelados a las dos de la madrugada, estaban Connor y Felipe—. La mamá de Felipe falleció en marzo, pocas semanas antes de que Vanderville conociera a INVERTIA. ¿Es así?—Exacto. Y no fue un accidente —le explicó Connor—. La señora Ruiz ya estaba enferma, falleció de
Todo el aire, absolutamente todo el aire respirable de aquella habitación desapareció cuando Connor vio a Malía abrir los ojos. Se miraron por un instante que pareció infinito y el único movimiento que se hizo fue el de la mano pequeña de la muchacha anclándose en la nuca de Connor para acercarlo a ella.Se levantó sobre uno de sus codos y alcanzó su boca con decisión. Lo sintió tensarse, respirar pesadamente y aceptar sus labios. Malía encontró su lengua y jugueteó con ella. Extrañaba aquella sensación, las cosquillas en el vientre y la forma en que su piel se erizaba solo de imaginarlo. La boca de Connor era suave y posesiva, y su lengua era inquieta y dulce.—No… lo siento… no puedo hacer esto… —murmuró él, separándose de sus labios, aunque no era difícil ver cuánto le costaba.&mda
Connor vio el ligero temblor en los labios de Malía mientras abría mucho los ojos y lo miraba como si se hubiera vuelto loco de verdad.—Digo… si las monjitas ven a «mamá y papá» no harán muchas preguntas más, ¿verdad? No hay razón para que no podamos fingir por un rato.Malía se mordió el labio inferior y tragó en seco, sin mirarlo.—Sí, tienes razón… podemos fingir un rato —accedió mientras intentaba arrancar la tristeza de su rostro—. Me parece bien. Te lo agradezco.Connor no comprendió muy bien la expresión que tenía Malía, pero definitivamente no creía haberla hecho tan feliz como esperaba.La actitud de Malía hacia él era un poco distante últimamente, pero no podía culparla, después de todo estaba mandándole señal
Connor casi resbaló sobre la alfombra mientras encontraba la llave, se ponía una playera y salía corriendo hacia el departamento de… ella.Abrió la puerta de golpe y la vio pegada a la pared que daba a su cuarto, con la mirada un poco perdida y tratando de agarrarse de ella.—Connor…Pareció como si en ese mismo segundo supiera que estaba a salvo, porque el cerebro de Malía se desconectó en ese instante. Cayó hacia un costado y Connor no pudo alcanzarla antes de que impactara pesadamente contra el suelo.—¡Malía!Connor llegó con ella y le levantó medio cuerpo, quitándole el cabello de la cara y sacudiéndola. Llevaba un simple camisón de dormir que estaba empapado en sudor frío y se le pegaba al cuerpo.—Maldición, estás ardiendo en fiebre… ¡Malía! ¡Mal…!
Tenía que estar en el juzgado. Era un hecho y era mejor aferrarse a él que dejarse arrastrar de nuevo por todo lo que estaba sintiendo.Se arregló lo más rápido que pudo y le dio su biberón a Sam. Ese día tenía la última vista del juicio y no podía faltar. Por suerte Malía había pasado una buena noche y cuando Connor se asomó a su habitación a las siete de la mañana, ya estaba sentada en la cama, pensando cómo poner los pies en el suelo.—Hola tú… —le sonrió ella viéndolo en la puerta.Connor la miró como si encontrara por fin a una persona totalmente diferente. Había pasado semanas aceptando a aquel fantasma, pero ya no iba a hacerlo más. Ese día solucionaría de una vez por todas aquel sentimiento que no lo dejaba descansar.—Me alegro de verte mejor —dijo ac
Connor solo tuvo que gritar una vez para que los cuatro hombres de Felipe atravesaran el corredor y entraran en el departamento. —¿Lic.? —No están… Malía y Sam… no están… —dijo Connor casi sin poder respirar. Salió al corredor, sacó su teléfono y marcó el número de Malía, pero antes de que alcanzara el ascensor el sonido lo detuvo. El celular de Malía estaba sonando dentro de su propio departamento. Le hizo una señal a los hombres de Felipe y abrió la puerta de su departamento con cuidado, sin que la bisagra hiciera un solo sonido. Adentro estaba todo perfectamente ordenado también. Caminó hasta su cuarto, y el alma le regresó al cuerpo al ver a Malía acostada en su cama, mientras Sam dormía en su bambineto junto a ella. —¿Nena? —se acercó de prisa y trató de despertarla para asegurarse de que estuviera bien—. ¿Nena estás bien? ¿Qué haces aquí? Malía abrió un poco los ojos y bostezó. —Vine a buscar analgé