Capítulo 4
Sebastian llevaba un mes buscando a Sabrina.

Pensaba que la había juzgado mal y que Sabrina tal vez no era una mujer tan perjudicada y pobrecita como su investigación le había mostrado, pero ahora ella apareció como la camarera de la habitación especialmente dedicada a él.

Realmente la había subestimado.

"Director Ford... ¿qué?, ¿qué pasa?". El encargado del restaurante que acompañaba a Sebastian temblaba al mirarlo.

"¿Cuánto tiempo lleva ella aquí?", Sebastian miró fríamente al gerente.

"Un... un mes", respondió el gerente, tartamudeando.

Un mes.

Fue cuando se escapó de la mansión Ford.

Ella no estaba tratando de escapar, sino solo quería aumentar su precio.

¡Mald*ta sea!

Sabrina miró a Sebastian con resentimiento y se sintió frustrada.

¿Cómo podía ser el mundo tan pequeño?

"No entiendo lo que dices, ¡déjame ir! Si no, llamaré a la policía". Hizo todo lo posible por liberarse del agarre de Sebastian, pero no podía moverse en absoluto.

Sabrina sentía tanto dolor que el sudor comenzó a surgir en su frente.

El gerente reprendió a Sabrina asustado: "¡Layla Young, te has pasado!".

Sebastián se burló. "¿Layla Young? ¿Ocultaste que acabas de salir de la cárcel cambiándote el nombre por Layla Young?".

En ese momento, la camarera principal de la planta general, la misma chica que le pidió a Sabrina que ocupara su lugar, se acercó corriendo, pero estaba demasiado asustada para hablar.

Sabrina se sentía desesperada. Solo le faltaban dos días para cobrar el sueldo de ese mes.

Sin embargo, todos sus planes volvieron a fracasar.

"¿Por qué no puedes dejarme en paz? ¿Por qué?". Ha sido injustamente acusada. Sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas al instante en un momento de ira. Levantó el brazo y mordió el hombro del hombre. Sebastian sintió un dolor repentino, así que soltó su agarre.

Sabrina se dio la vuelta y comenzó a correr.

No podía pelear con nadie, solo le quedaba huir.

Cuando Sebastian finalmente reaccionó, Sabrina ya había salido corriendo del restaurante y subió rápidamente a un autobús. Bajó después de algunas paradas.

Caminando por la carretera, empezó a llorar incontroladamente.

Estuvo un mes encerrada en casa de Selene, un hombre que ahora estaba muerto le quitó su primera vez, finalmente salió de la cárcel con mucha dificultad, pero nunca pudo volver a ver a su madre.

¿No ha tenido suficiente mala suerte?

¿Qué clase de demonio es este hombre llamado Ford? ¿Por qué estaba tan decidido a no dejarla ir?

¿Por qué?

¿Era porque acababa de salir de la cárcel y no tenía a nadie con quien contar, así que a él le parecía bien perseguirla?

Sabrina lloró hasta que se le revolvió el estómago. Al final, se puso en cuclillas al lado de la carretera y vomitó. Sin embargo, todo lo que vomitaba era un líquido verde y ácido porque no había comido.

Una mujer que pasaba por allí se acercó a ella y le dijo: "Chica, ¿estás embarazada?".

"¿Embarazada?". Sabrina se sorprendió.

Últimamente había estado sintiendo náuseas, pero nunca se le pasó por la cabeza que pudiera estar embarazada. Tras el comentario de la mujer, recordó de repente que había pasado más de un mes desde aquella noche.

Llegó al hospital asustada y con solo unos diez dólares en las manos. Ni siquiera era suficiente para hacer agún chequeo.

El médico le dio a Sabrina una tira reactiva para hacer un análisis de orina.

Diez minutos después, el médico dijo afirmativamente: "Estás embarazada".

Sabrina se tambaleó un momento. "No, no puedo estar embarazada".

"¿Entonces por qué lo hiciste?" El médico dijo fríamente y luego miró hacia afuera. "Siguiente".

Sabrina salió de la habitación, se sentó sola en el banco del hospital, sintiéndose inútil.

"No llores... no llores". Una voz infantil y tierna apareció ante Sabrina. Levantó la vista y vio a una niña que tenía más o menos tres o cuatro años de pie frente a ella.

La niña levantó sus pequeñas y adorables manos como si quisiera limpiar las lágrimas de Sabrina. Como no podía alcanzarlas, volvió a acariciar las piernas de Sabrina para consolarla.

Esta niña afectó al instante el corazón de Sabrina.

"Por favor, discúlpeme, mi bebé es una niña habladora". La joven madre se paró frente a Sabrina y sonrió.

"Su bebé es muy linda", respondió Sabrina amablemente.

Miró con emoción a la madre y a la hija mientras se alejaban. No pudo evitar tocarse el vientre. Ya no tenía familia. El bebé que llevaba en su vientre era lo único para ella ahora.

Una sensación de alegría y expectativas de ser una madre la invadió.

Sin embargo, ¿con qué podría alimentar y mantener al bebé?

Ni siquiera podía mantener su propia vida.

A primera hora del día siguiente, Sabrina, con un poquito de esperanza, llegó a la prisión y le rogó al guardia. "¿Puedo ver a la señora Grace, por favor?".

Cuando Sabrina fue encarcelada por primera vez, conoció a Grace Summer, quien ya llevaba bastantes años en la prisión. Grace cuidó de Sabrina y la salvó de muchos problemas. Ella no conocía los antecedentes de Grace, pero podía decir que era una mujer rica.

Cada mes, sus visitantes le llevaban generosas raciones de comida y objetos útiles. Cuando fue liberada, los pocos cientos de dólares que Sabrina llevaba encima se los había dado Grace cuando aún estaban en la cárcel.

"Grace Summer lleva más de un mes en libertad", dijo el guardia mientras calculaba el tiempo.

"¿Qué?". Sabrina se sorprendió.

"Tú debes ser Sabrina Scott, ¿verdad?", preguntó de repente el guardia.

Sabrina asintió. "Esa soy yo".

"Grace dejó un número para ti cuando fue liberada. Cuando te liberaron ese día y vino un coche de lujo a recogerte. Te llamé a gritos, pero no me oíste". El guardia entregó el número de teléfono a Sabrina.

"Gracias".

Dos horas más tarde, Sabrina estaba en la sala VIP del hospital privado de la categoría más alta de la Ciudad del Sur. Había ido a ver a su compañera de celda, Grace Summer.

Los ojos de Grace estaban un poco apagados, mientras estaba enferma en la cama del hospital. Sin embargo, su pelo gris tenía un aspecto precioso y elegante.

Sabrina podía decir que aquella mujer debería ser una belleza cuando era joven, pero no sabía por qué estaba encarcelada.

"¿Señora Grace?". Sabrina la llamó suavemente.

Grace abrió poco a poco los ojos. Cuando vio a Sabrina, se emocionó tanto que comenzó a toser por un momento, luego se calmó y dijo: "Sabrina, finalmente puedo verte. Le pedí a ese rebelde que te trajera, pero seguía diciendo que habías vuelto a tu ciudad natal. Hoy por fin te veo otra vez. Me alegro de que hayas vuelto".

"Volví de mi pueblo natal, señora Grace". Sabrina ayudó a disimular la mentira.

Sabía que el rebelde del que hablaba Grace debía ser su hijo.

Sabrina finalmente entendió por qué ella pudo ser absuelta antes. Fue porque el hijo de Grace se esforzó por sacarla también de la cárcel.

El hecho de que estuvieran dispuestos a ayudarla ya era bastante bueno. ¿Cómo iban a permitir que Grace tuviera una amiga como ella viniendo de una familia tan humilde?

La mentira que le dijo a Grace sobre su regreso a su ciudad natal no era demasiado.

"Nunca olvidaré que no habría sobrevivido tanto tiempo si no hubiese sido por tus atenciones en la cárcel, probablemente nunca hubiera podido volver a ver a mi hijo". Grace estaba tan conmovida que comenzó a llorar.

Sabrina negó con la cabeza: "No te preocupes, señora Grace. No esperaba nada recompensa cuando te cuidé...".

Mientras tanto Sabrina pensó: '¿Cómo podría pedirle un préstamo a Grace que está tan enferma?'.

Se mordió los labios y dijo con fuerte determinación: "Señora Grace, sé que se supone que no debo decirte esto ahora, pero realmente no tuve opción, yo...".

"¿Qué ha pasado? Estás aquí a mi lado ahora, y si tienes alguna dificultad, puedes decírmelo", preguntó Grace.

"Señora Grace, ¿podrías... prestarme algo de dinero?". Sabrina bajó la cabeza y no se atrevió a mirarla.

"¿Cuánto quieres? Te lo daré". Una voz gentil se escuchó detrás de ella.

Sabrina giró rápidamente la cabeza y se quedó tan sorprendida que no pudo hablar con fluidez. "...¿Cómo puede ser...?".

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