Capítulo 92
Por eso Kingston no usaba guantes durante todo el año. Incluso cuando el invierno estaba en su punto más frío, todavía se negaba a hacerlo. Sin embargo, nunca había esperado que alguien le diera un pequeño calentador de manos.

La amabilidad de aquella señorita había llenado de calidez su corazón.

Él incluso empezó a sospechar. ¿Cómo podría una mujer como esta, quedar embarazada en prisión?

¿Acaso había algo más detrás de todo eso?

¡Kingston se juró a sí mismo que investigaría rápidamente quién era ella y la ayudaría a resolver esta desafortunada situación!

Sin pensarlo, él abrió la puerta del coche antes de decirles a Sebastian y Sabrina: “Señor, Señora, por favor entren”.

Sabrina se sonrojó y sonrió mientras decía: “Gracias”.

En el coche, ella vio como Sebastian abría su computadora portátil para trabajar. Sabrina, sabiamente, no emitió ningún sonido. Después de que regresaron al apartamento, ella le preguntó: “¿Tienes hambre?”.

Sebastian la miró, vacilante. “¿Sabes cocinar?”.
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