Capítulo 169
Un estruendoso sonido resonó.

Simón aterrizó, flexionó con agilidad las piernas y creó un cráter de cinco o seis metros de diámetro en el suelo.

Dirigió la mirada hacia adelante, encendió tranquilamente un cigarrillo y se quedó de pie en su lugar.

Unos minutos después, Lucía descendió con una cuerda y se paró junto a Simón. El helicóptero tuvo que regresar debido a la falta de un lugar adecuado para aterrizar.

Lucía miró detenidamente a Simón, que fumaba, y al gran agujero en el suelo, asombrada: —Eres realmente asombroso.

—Ni fu ni fa— respondió Simón con total indiferencia.

Lucía encogió los hombros, sin palabras ante la actitud de Simón.

No había mucho que decir cuando alguien tenía la gran habilidad para respaldar su actitud.

—¿Crees que ese monstruo podría huir en otra dirección? — preguntó Lucía preocupada.

Simón respondió: —Ya está aquí.

Justo en ese momento, una figura corriendo apareció en su campo de visión.

Simón le echó un leve vistazo y frunció el ceño.

Lucía quedó aún más
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