Capítulo 1865
—Madre.

En ese justo momento, la madre de Isolde, apoyada en su bastón, llegó a la azotea. Con una mirada llena de ternura, observó a Simón e Isolde y dijo: —Simón es un hombre en el que puedes confiar para toda la vida. No puedo ser tan egoísta y privarte de tu felicidad por mí.

—Madre…

Los ojos de Isolde se llenaron de lágrimas. Durante el tiempo que había pasado con Simón, ella se había enamorado profundamente de él. Sin embargo, su madre siempre había sido una constante preocupación en su corazón. Ahora que su madre expresaba estas palabras, Isolde se sintió conmovida, aunque también aceptó con un leve movimiento de cabeza, incapaz de ocultar su tristeza.

—¿Acaso no quieres irte?

Con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada, Isolde respondió: —Eres mi madre. Me diste la vida y me criaste. No puedo abandonarte solo por mi propio bien. Si realmente deseas que me vaya con Simón a Andalucía Dorada, entonces quiero que vengas conmigo, madre.

—Madre, ¿por qué no vamos juntas a Andalucí
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