Capítulo 208
Abel suspiró y se retiró lentamente. En la entrada del hospital, Simón compró fruta antes de ingresar. Mientras tanto, en la cama del hospital, Talía nunca se esperó que alguien le enviara tal cantidad de dinero por este asunto. Ahora, estaba cosechando demasiada fama y fortuna.

El donante era una persona de gran influencia, prometiendo un fuerte respaldo y garantizando por completo su seguridad. La suma millonaria que le ofrecieron demostraba la importancia de esta persona. Talía ya no sentía ningún tipo de miedo; su única preocupación era cómo hacer que el asunto creciera aún más.

En ese momento, Simón llegó con la cesta de frutas, buscó a Talía y se acercó a ella.

—¿Talía? — preguntó Simón.

Lo miró brevemente, con un gran destello de pánico en sus ojos. Sin embargo, recuperó por completo la compostura rápidamente y preguntó: —¿Qué quieres?

Simón dejó la fruta sobre la mesa, se sentó en una silla junto a la ventana y dijo lentamente: —Creo que sabes quién soy. El video que publicaste
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