Capítulo 485
Simón permaneció en silencio por un largo rato, mientras Isabel temblaba ligeramente, como una flor esperando una fuerte tormenta. Entre la tensión, el miedo y la expectativa, estaba bastante confundida sobre sus propios sentimientos.

Entonces, Simón se levantó, arregló la cobija de Isabel y le dijo con una gran sonrisa: —Necesito meditar, tú deberías dormir bien. Mañana tenemos cosas importantes que hacer y necesitas estar descansada.

Después de eso, Simón se fue a la sala de estar, e Isabel notó que él ni siquiera se había quitado la ropa.

Invadida por la vergüenza y la gran decepción, se cubrió completamente con la cobija, sintiéndose ardiente como si tuviera fiebre.

Así, Simón pasó la noche meditando en la sala hasta las once de la mañana, sin que Isabel apareciera.

Simón sonrió levemente y dijo: —Es hora de irnos.

Isabel salió lentamente, su rostro se encontraba rojo como una manzana madura.

—Vamos, dijo Simón.

Isabel afirmó tímidamente, pero Simón añadió: —Voy a cambiar mi aparie
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