Capítulo 120
El estruendo de un disparo atravesó la noche, seguido inmediatamente por el sonido de los neumáticos de un coche que se detenía con un chirrido.

Avery sintió que sus tímpanos estaban a punto de estallar mientras se aferraba con fuerza a Elliot.

Las lágrimas corrían por su rostro mientras su cuerpo temblaba sin control.

Los neumáticos del sedán negro habían estallado.

Se había desviado y se había estrellado contra el puesto de algodón de azúcar en el que Avery había comprado el suyo.

Elliot abrazaba a Avery mientras observaba el coche con el rabillo del ojo.

Alguien estaba tratando de matarlo, pero había fallado.

Entonces llegó el sonido de otro disparo.

Esta vez el arma había apuntado al asiento del conductor.

Avery y Elliot se vieron rodeados de gritos de terror mientras la gente se dispersaba y buscaba refugio del peligro.

La piel de Avery estaba fría al tacto.

Elliot le acunó la cara entre las manos, miró fijamente su rostro temeroso y dijo con voz ronca: “No tengas miedo
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