Capítulo 19
Era domingo y Avery no se levantó de la cama hasta las diez y media de la mañana.

Era la primera vez que se quedaba dormida en la casa de Elliot.

Cuando salió de la habitación, el grupo de hombres en la sala de estar dirigió su mirada hacia ella.

Avery iba vestida con un camisón holgado y el cabello despeinado le caía hasta los hombros, enmarcando su rostro limpio e impecable.

No esperaba que Elliot tuviera invitados ese día.

Elliot y sus invitados la miraron con severidad, como si no esperaran que apareciera de repente.

Algo hizo clic en la cabeza de Avery.

Cuando se dio cuenta de la incómoda situación en la que se encontraba, se dio la vuelta al instante y se dirigió de vuelta a su habitación.

En ese momento, la señora Cooper se acercó y la condujo en dirección al comedor.

“Debe tener hambre, señora. Estaba durmiendo profundamente cuando fui a su habitación antes, así que no la desperté”.

“Esas personas… ¿Quiénes son?”, tartamudeó Avery.

“Son amigos del señor Elliot. Vinieron a visitarlo. No se preocupe. Está bien si no los saluda”, respondió la señora Cooper.

“Está bien”, respondió Avery.

Ni siquiera saludaba a Elliot cuando lo veía, ¿por qué iba a saludar a sus amigos?

Sin embargo, si hubiera sabido que tenía invitados, se habría levantado temprano y habría pasado todo el día fuera.

Los amigos de Elliot que estaban en la sala de estar estaban muy interesados en Avery.

“Elliot, ¿por qué se queda esa joven contigo? ¿Es una cuidadora? O tal vez…”.

“Aquí todos somos adultos. Después de todo, Elliot es un hombre. ¡Es normal tener una joven en su casa! ¡Ja, ja!”.

Cuando Elliot no respondió, todos cerraron la boca y cambiaron de tema.

“¿Conocen a Avery Tate, de las Industrias Tate? Dicen que es la hija de Jack Tate…”.

“Lo sé. Me llamó el viernes por la noche pidiendo una inversión, pero colgué antes de que pudiera terminar de hablar”.

“Ella realmente es increíble. ¿Qué tiene que ver la deuda de su padre con ella? ¡Debe estar loca para meterse en este lío!”.

“¡Los jóvenes son así de imprudentes! Investigué su nuevo producto, ¡pero es un fracaso total! Un sistema de manejo automático puede sonar genial, pero las condiciones son complicadas e incontrolables. ¡Quién invierta en él sería un idiota!”.

En el comedor, Avery escuchó la discusión en la sala de estar con sentimientos encontrados.

Cuando terminó de desayunar, tomó su computadora portátil y se dirigió a una cafetería cercana para trabajar en su tesis.

Por el momento, sus capacidades eran limitadas. Necesitaba concentrarse en sus estudios y en su vida.

Recibió un nuevo correo electrónico hacia las cuatro de la tarde.

Dejó su taza de café sobre la mesa después de leer su contenido y volvió a leer el correo electrónico.

Estaba firmado por el “señor Z”.

El contenido indicaba su interés por el nuevo producto de Industrias Tate. Quería saber más sobre él e invertiría si la reunión iba bien.

La mente de Avery se llenó de preguntas.

No sabía nada de esta persona, aparte del hecho de que se llamaba señor Z.

Si realmente estaba interesado en trabajar con las Industrias Tate, simplemente podría haber concertado una reunión en la oficina.

Después de pensarlo un poco, Avery respondió al correo electrónico. [¿Es esto una nueva estafa?].

La respuesta del señor Z llegó poco después.

[Tiene usted un gran sentido del humor, señorita Tate. Aquí está la prueba de mis bienes].

Había un archivo de imagen adjunto al correo electrónico.

Cuando Avery abrió el archivo, sus ojos se abrieron de par en par al instante por la sorpresa.

La imagen era una captura de pantalla de una cuenta bancaria que mostraba que tenía cerca de doscientos millones de dólares en su cuenta corriente.

Como era una suma tremenda, Avery se quedó mirando la imagen e hizo los cálculos en su cabeza muchas veces antes de poder confirmar la cantidad.

Sus mejillas se sonrojaron y su corazón se aceleró. Le temblaban las manos mientras escribía su respuesta.

[Eres muy bueno editando fotos, pero ¿no es esto exagerado? ¿Quién tendría doscientos millones en su cuenta corriente?].

[¿Qué hace falta para que me creas? ¿Qué tal si me envías tu número de cuenta bancaria, y te hago un depósito de prueba de cooperación?].

[¿Es este un nuevo avance en las técnicas de estafa? ¿Todo lo que necesitas es un número de cuenta bancaria para robar todo el dinero de alguien?].

El señor Z no respondió al último correo electrónico de Avery.

Tras reflexionar un rato, Avery le envió una captura de pantalla de un número de cuenta.

Era una cuenta que solo podía recibir fondos, así que no importaba si resultaba ser un estafador.

Avery frunció los labios y esperó una respuesta.

Poco después, recibió una notificación de transferencia en su teléfono.

Abrió la notificación y vio que el señor Z había transferido más de ochocientos mil dólares.

Shaun llegó a la cafetería en la que estaba Avery media hora después.

“¿Qué pasa, Avery? ¿Este señor Z te ha enviado realmente ochocientos mil dólares?”.

Avery mostró la pantalla de su teléfono a Shaun y le dijo: “Este saldo de ochocientos mil es de él”.

Shaun estaba eufórico.

“¿De qué empresa es? ¡Deberías concertar una cita con él y hablar frente a frente!”.

Avery tenía una expresión incómoda en su rostro mientras decía: “Lo único que me dio fue una dirección y me pidió que nos viéramos el viernes por la noche”.

“¡Eso es genial! Envíame la dirección a mí también. Iré contigo el viernes”, dijo Shaun.

“De acuerdo”, respondió Avery.

La aparición del señor Z le permitió a Avery dejar de lado temporalmente el tema de la inminente ruina de Industrias Tate.

Sin embargo, no pudo evitar preguntarse por la identidad y la procedencia del señor Z.

Le había dado ochocientos mil dólares y ni siquiera la conocía. ¿Tenía demasiado dinero entre manos, o realmente estaba tan interesado en Industrias Tate?

Fuera lo que fuera, a Avery le parecía increíble.

El viernes llegó en un abrir y cerrar de ojos.

Durante el desayuno, Elliot dijo: “¿Tienes tiempo para cenar en la vieja mansión esta noche?”.

Avery permaneció en silencio durante unos segundos, luego pensó en una excusa y dijo: “Hoy tengo algo que hacer en el campus, así que volveré un poco más tarde esta noche”.

Elliot frunció ligeramente el ceño y los labios, pero no dijo nada.

Avery dejó escapar un suspiro de alivio.

Iba a reunirse con el señor Z a las seis de la tarde.

El destino de Industrias Tate dependía de esa reunión esa noche.

“Por ahora sigues siendo mi esposa”, dijo Elliot mientras colocaba su taza de café sobre la mesa. “Si alguna vez descubro que me estás mintiendo, estás muerta”.

Sus ojos oscuros se clavaron en ella, pero su voz era neutra.

Todo el cuerpo de Avery quedó helado.

Habían tenido pocas interacciones entre ellos en los últimos días.

A ella le parecía agradable continuar con ese tipo de relación, pero ¿por qué diría él algo así de repente?

Ella estaba a punto de decir algo cuando él salió del comedor. Observó la espalda del hombre y murmuró para sí misma: “Rarito”.

Avery llegó al Bar Crepúsculo a las cinco y cuarenta de la tarde.

Llamó a Shaun, pero escuchó su voz frenética al otro lado de la línea.

“Estoy atrapado en el tráfico y no sé cuándo llegaré. ¡Ve sin mí! Llegaré cuanto pueda”.

La ansiedad inundó de repente a Avery.

La reunión se había concertado hacía una semana, y el señor Z fue quien reservó la sala privada.

Un empleado la acompañó hasta la entrada de la sala privada V606.

Ella respiró hondo y abrió la puerta.

Para su sorpresa, el señor Z ya estaba allí.

Ella pudo distinguir vagamente la silueta de un hombre en silla de ruedas en la oscura habitación.

Los ojos de Avery se abrieron por completo de repente.

Era… ¡Era Elliot!

¡¿Qué estaba haciendo ahí?!

¿Podría ser que él…?

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