Capítulo 53
Mierda. Karandy sentía ganas de patearse a sí mismo.

Él sabía que nunca debió abofetearla donde fuera tan visible ayer, pero la había deseado tanto que él no pudo controlarse.

Mientras él estaba mintiendo con tanta eficacia, él le había dicho al rey sin rodeos que nunca le puso una mano encima. Él se olvidó de la maldita bofetada. El miedo se apoderó de él.

Lentamente, el Rey Lucien se acercó a Danika. Él se acercó tanto a ella que solo los separaba unas pulgadas. Luego, él se inclinó para ponerse a la altura de sus ojos.

Los recuerdos de la noche anterior surgieron dentro de ella en la que él hizo lo mismo. Y luego, los recuerdos de lo que sucedió después...

Sus mejillas se sonrojaron mientras él todavía la miraba, sus ojos escudriñándola. Tan cerca, Danika lo respiraba.

El Rey Lucien tenía un aroma único con el que ella estaba comenzando a familiarizarse. El mismo aroma que la rodeó anoche... que se adhirió a su cuerpo incluso después de que dejó su cama.

Ella no dejó escapar
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