Capítulo 8
Danika siguió agarrándolo y siguiéndolo mientras salían de la Corte Real hasta que él llegó a sus aposentos y entró.

A solas con ella, él cerró la puerta. Se dio la vuelta y la miró, más formidable que nunca.

"Muchas gracias, p---", ella comenzó.

"A la mesa. No te acuestes sobre ella. Solo dame la espalda", él ordenó con una voz cortante, su inexpresividad más oscura que nunca.

Danika hizo lo que dijo, su cuerpo temblando con la adrenalina de lo que casi sucedió en la corte... de lo que él la salvó.

Ella estaba muy agradecida de que él hiciera lo que le pidió. Sostuvo la mesa con manos temblorosas y cerró los ojos.

Él se acercó por detrás de ella y le introdujo el dedo de forma experimental. Frunció el ceño más fuerte porque ella no estaba mojada, ni siquiera por todas las obras eróticas en la Corte Real.

Danika no sabe de dónde él produjo el líquido pegajoso dentro de ella, cubriéndose a sí mismo. Él nunca se quitó la ropa, y ella estaba de espaldas a él, ella no
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