Coza estaba tan enojado, que estaba que hervía de la rabia. Desde su cueva, su ira podría provocar un incendio en las montañas si fuera un ser vivo. Fulminó con la mirada a la sirvienta, “¿¡Fue coronada Reina!? ¿¡Ahora está en Mombana!?”. Se enfureció: “Arruinó mis planes, ¡maldita sea!”.“En realidad no es tan malo, todavía podemos…”.“¿¡Qué podemos hacer!? ¡Salem y Mombana están separados, ya no son un reino unido! Quiero acabar con ese hombre Lucien y gobernar ambos reinos, ¡maldita sea! Ahora que ya no es un reino unido, ¡no tendré ambos reinos cuando conquiste Salem!”. Estaba furioso. La sirvienta se erizó. Él tenía razón. “Además, tendré que volver a Mombana”.“No por ahora. Encuentra una manera de retrasar tu partida. Te necesito aquí en Salem. ¡Maldita sea, no debí esperar para conquistar Salem! Debí hacerlo hace mucho tiempo”.“Tiene que calmarse, Amo. Cuando lo haga, podremos pensar en un plan mejor”. Su ira siempre la asustaba. “Tienes razón, tienes razón”. Respira
“Puede contar conmigo. La protegeré con mi vida”. Él asintió una vez. “Gracias. Todavía es temprano. Si los dos se ponen en marcha, podrán estar en Mombana para el amanecer. El viaje nocturno es siempre el más rápido con un buen carruaje. Vayan con uno de los carruajes de palacio, no a caballo”.“Sus deseos son órdenes para nosotros, su Majestad”. Inclinaron la cabeza y salieron de su habitación.** “Sí. Nos envió para que viniéramos a cuidarte. Aún no sabemos cuánto tiempo nos quedaremos, pero pidió que Chad sea tu Jefe de Seguridad porque nadie puede protegerte mejor”, explicó Baski. La mente de Danika daba vueltas. Envió a las dos personas más cercanas a él... personas tan importantes para él, para que vinieran a quedarse con ella y cuidarla. “¿Quién cuidará de él?”, ella susurró. Baski sonrió y le dio unas palmaditas en los hombros: “Estará bien”. Ella suspiró: “Es el hombre más fuerte que conozco”.“¿Y Remeta?”. Se obligó a decir. Extrañaba a Remeta. La sonrisa de Baski s
“Te libero de ser mi amante, Vetta. Y a partir de hoy, serás libre”. Vetta se quedó mirando al Rey Lucien. Le costaba entender las palabras que decía. “¿Q-Qué?”. Seguramente, no lo escuchó bien. Son esos recuerdos de nuevo atormentándola y bloqueando sus oídos, concluyó. Pero sus ojos... Esa culpa seguía allí. Ese remordimiento. Y también una nueva mirada. “A partir de ahora, ya no serás mi amante, Vetta. Te dejo ir”.“¿Me-me estás echando?”. Le resultaba difícil de creer. Apenas podía oír por encima del estruendo en su cabeza.“No. No, no te estoy echando. Nunca te echaría”. Afirmó con firmeza.“Pero, me estás despojando de ser tu amante... Eso es echarme”. No pudo gritar o siquiera chillar. Era demasiado para ella pensar que Lucien realmente la está sacando de su vida. La sensación de traición que sentía era demasiado. Él levantó la mano y tomó la de ella entre la suya. “Fui muy egoísta, Vetta. Por favor, perdóname. Me di cuenta demasiado tarde de que cometí un gran erro
Su mirada se tornó suave. “De acuerdo, no lo haré. Pero, ¿entiendes lo que digo, cierto?”.“La única co-cosa que entiendo es que me estás tocando voluntariamente. Y te estás a-agachando ante mí y tienes una parte de mí, su-sucia y llena de cicatrices en tus manos reales. Y me estás echando”.“Ninguna parte de ti está sucia, Vetta. No para mí”. Terminó con sus piernas y las soltó. Ella se secó las lágrimas, mirando sus feas piernas. “Jamás podré ser Anarieveta. Cone se aseguró de eso. No sabes ni la mitad de las cosas que me hizo, mi Rey. O lo que se siente, viviendo en una cabeza como la mía”.“Me lo imagino, porque sé lo que es vivir en una cabeza como la mía. Siempre puedes volver a ser Anarieveta, ¿sabes por qué? Las cosas que hiciste no te definen”. Tomó su mano y la puso sobre el pecho de ella: “Lo que te define es lo que tienes aquí. Tu corazón te define”.“Lo que queda de mi corazón es feo”.“No tiene por qué ser así. Por eso tienes que darte la oportunidad de sanar”.“E
Ocho semanas después... “Tienes que presentarte ante la corte, su Alteza, todo el mundo te está esperando”, anunció Baski al entrar en la habitación de la Reina Danika. La Reina, embarazada de treinta y tres semanas, estaba parada frente al espejo con su costoso y extravagante vestido real hecho con el más fino encaje y seda, rico en terciopelo. La lujosa túnica roja y dorada también contenía encajes bordados y piedras preciosas. Llevaba el cabello largo y rubio, ondulado y peinado, sobre su espalda. La Reina se ve increíblemente hermosa, incluso en su estado, pero no se siente feliz. Echa de menos al Rey Lucien con una intensidad tan aterradora que le resulta indescriptible. Con el paso de los días, lo extraña tanto que la mayoría de las noches llora hasta quedarse dormida en su cama vacía, a menos que Sally venga con sus cuentos. Se arrepiente de haber huido de él aquella noche en que tuvieron un malentendido. Debió quedarse y hacer entrar en razón a ese cabeza dura. Deb
Kamara está desesperada. Ya no puede dormir en paz, ni siquiera puede comer sin sufrir de indigestión... sobre todo porque no tiene apetito en absoluto. No desde que escuchó la conversación de su padre con su General sobre Callan. Ya pasaron dos meses desde que Callan fue encarcelado en ese calabozo, su padre solo ordeno que no se le diera de comer, pero no ordenó ninguna tortura ni algún veredicto sobre lo que le ocurrirá a Callan. Eso la tenía sumamente preocupada porque conoce a su padre. Su fingida ignorancia no significa que lo haya olvidado, solo quiere decir que está planeando algo mucho peor. Sus preocupaciones se confirmaron la semana pasada, cuando escuchó su conversación con su General cuando él estaba enojado diciéndole al General que estaba esperando a que el Rey Lucien viniera a buscarla, pero el Rey estaba decidido a avergonzarlo después de arruinar a su hija. Procedió a declarar que planea ordenar la ejecución de Callan. Fue devastador escuchar que su padre plan
Dos meses no cambiaron el hecho de que Vetta no sabe qué hacer con su vida. Estos dos últimos meses no fueron fáciles, ya que siempre se encuentra a sí misma resistiendo el impulso constante de volver a palacio. Pero, le prometió al Rey Lucien que ‘sanaría’, estaba decidida a no defraudarlo... aunque no sabía qué significaba ‘sanar’. Las heridas que tiene nunca sanarán. Pero como ya hizo una promesa así, estaba decidida a intentar vivir como una mujer libre, y se propuso cumplirla. En los últimos dos meses, intentó hacer todo lo que hacen las mujeres normales del Reino de Salem. Va al mercado por comida, asiste a la feria siempre que se entera de que habrá espectáculo de carnaval, mantiene su casa e incluso sale a recoger las frutas que caen en el jardín. Está bien, admitió Vetta en su interior mientras ponía la mesa para cenar temprano en el silencio de su casa. No fue fácil, pero se sentía bien. La vida de una mujer libre era aburrida pero fascinante. Una de las cosas que
El Rey Lucien acababa de regresar de la Corte Real, muy cansado y con un fuerte dolor de cabeza. Cojeaba levemente por estar tanto tiempo de pie. Fue un día muy ajetreado, como todos estos dos últimos meses. Más temprano, recibió la carta de la Princesa Kamara, y se vio obligado a abrirla. Las otras cartas no se molestó en abrirlas porque, francamente, no le importaba su contenido. No tiene intención de casarse con la Princesa. Pero, al venir de un mensajero, dedujo que debía de haber algo más en la carta– tenía que haberlo para que el mensajero fuera enviado desde Navia hasta Salem. Así que la abrió y la leyó. En efecto, había algo más en la carta. Finalmente tenía sentido, el comportamiento de la Princesa aquí en Salem. Su corazón ya le pertenece a otro. Como el suyo. Se dirigió a su escritorio y se sentó en su silla, con la mano tocando su adolorida cabeza. Simplemente está muy cansado. Sus días ajetreados no hacen nada por aliviar los dolores de su pecho, la agonía de