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Capítulo tres. Que desagradable sorpresa

Que desagradable sorpresa

Hilary se puso de pie, miró a su hija antes de prestar atención a su yerno, la situación no era la mejor, pero su educación no le permitió hacerle un desaire al magnate.

—Muchas gracias, Blake —murmuró en tono bajo.

—No tienes nada que agradecer, Hilary, independientemente de todo —dijo—. Daniel y yo éramos socios y amigos —respondió mirando a Hope, esperando a tener su atención, sin embargo, su esposa no se movió de su sitio, ni siquiera se molestó en mirarlo una sola vez.

—Te agradezco el gesto que has tenido al venir esta noche, Blake, sin embargo… —Hilary no terminó de hablar, la voz de James se lo impidió.

—¿Te sientes bien, Hope? —preguntó—. ¿Necesitas algo, un café o un té? —cuestionó James sentándose a su lado.

—Ella odia el té —respondió Blake sin darse cuenta.

¿Qué diablos había sido eso? ¿Qué esperaba con meter las narices donde no necesitaba meterlas de nuevo?

Sin embargo, él no pudo dar respuesta a sus cuestionamientos, al escuchar la voz de Hope, luego de seis años.

—Estoy bien dentro de lo posible, James, pero te agradecería que me trajeras un té, ya sabes cómo lo prefiero —respondió colocando la mano derecha sobre la mano izquierda de su amigo.

La ira ardió dentro de Blake Cameron y no pudo evitar dirigirse a ella, cuando James se marchó por el té.

—Cuanto tiempo, Hope —dijo parándose delante de ella.

Hope elevó la mirada, enarcó una ceja antes de ponerse de pie.

—Señor Cameron, qué desagradable sorpresa —dijo a manera de saludo.

El cuerpo entero de Blake se tensó como la cuerda de un violín ante el saludo tan frío de Hope, miró con discreción a los lados, las cámaras estaban fijas sobre ellos.

—Podrías ser más cordial —refutó con arrogancia.

—¿Por qué debería serlo? Nada me obliga a fingir simpatía por un hombre que no lo merece.

Hilary abrió los ojos ante la respuesta de su hija, sin embargo, no interfirió, si alguien sabía todo lo que Hope había sufrido por culpa de Blake Cameron, era ella.

—Hope…—había un deje de amenaza en su voz.

—Muchas gracias por presentar sus condolencias a mi madre en un momento tan difícil como este, señor Cameron, pero su presencia no es ni grata ni necesaria.

Hope giró sobre sus pies y caminó en dirección de James, necesitaba apartarse de la gente y de Blake, porque en ese momento no estaba segura de no querer asesinarlo. Él no tenía por qué estar allí, ¡era un falso y arrogante! ¡Un actor de primera!

—Hope —James dejó la taza de té sobre la mesa para recibir a su amiga, un abrazo que enfureció al magnate de la industria del cine.

Blake Cameron estaba tentado a cometer un asesinato aquella noche, mientras los fotógrafos captaban aquella escena de Hope y el hombre a su lado.

—No des un solo paso más —murmuró Larry llegando a su lado y cogiendo con discreción su brazo.

Blake gruñó.

—Es una descarada —refutó.

Larry puso los ojos en blanco.

—El comal hablando de la olla, ¿se te olvida que entraste del brazo de Hanna Marín?

Blake retrocedió.

—Pensé que ya no estabas interesado en Hope Morgan, pero tu reacción de hoy me dice todo lo contrario.

—Sigue siendo mi esposa, lo que haga hoy afectará mi imagen.

—Todo lo que has hecho en estos últimos seis años ha afectado su imagen y no la veo tratando de matar a ninguna de tus conquistas, es más, creo que le eres indiferente.

Larry golpeó el orgullo y la llaga en el corazón de Blake, el hombre giró sobre sus pies para caminar al lado contrario de Hope, tomó el brazo de Hanna con más fuerza de la necesaria y abandonó el salón sin despedirse de nadie.

Hope ni siquiera se molestó en mirarlo, se enteró de la partida de Blake gracias al cuchicheo de la gente.

—¿Quieres irte al hotel? —preguntó James volviendo con ella para acompañar a Hilary.

—No, esto es lo último que haré por él, pero gracias.

James asintió y no insistió, se quedó a su lado como lo hacen los verdaderos amigos.

A la mañana siguiente, cerca de las diez de la mañana, el cuerpo de Daniel Morgan fue trasladado al cementerio donde serían depositados sus restos mortales.

Hope hubiese preferido que fuera algo privado, pero su padre era conocido en el medio y fue casi imposible frenar el gentío que se acercó para despedirlo.

El momento más duro para Hope fue escuchar el llanto y el grito desgarrador de su madre cuando la tierra cubrió el féretro.

—Tu padre no fue malo, hija, solo tomó muchas decisiones erróneas en su vida y le pesó mucho no haberte ayudado —sollozó Hilary.

Hope asintió, no quiso contradecir a su madre en un momento tan difícil como aquel, dejó que Hilary hablara de su padre como un dechado de virtudes y expresara su amor.

Mientras en la distancia bajo la sombra de un árbol, Blake Cameron observaba la escena, sus lentes oscuros cubrían sus ojos, el sol en ese momento era su peor enemigo luego de la borrachera de anoche.

—No sé si eres idiota o masoquista —dijo Larry llegando a su lado.

—Deja a Blake tranquilo, Larry —intervino Mason Carter, otro de los amigos del magnate.

—Eso quisiera, pero míralo aquí, con los ojos detrás de esos lentes oscuros y te aseguro que no ha apartado la mirada de su esposa, ¡Joder que manera de complicarse la vida! —espetó Larry.

Mason negó.

—No lo entiendes…

—¿Qué hay que entender? —preguntó con tono irritado.

—Una traición no se perdona fácilmente, Blake lo vivió con Amber…

—Hope está a años luz de Amber —protestó Larry.

—Por supuesto, Hope hizo lo que Amber no, se embarazó de otro hombre —soltó Mason.

—¿Cómo lo sabes? ¿Fuiste tú el colchón? —preguntó Larry con molestia.

Larry y Mason discutieron la vida de Blake como si él no estuviera presente, el magnate trató de ignorarlos hasta que Larry volvió a hablar:

—¡Si yo fuera Blake, habría buscado al médico que practicó la vasectomía y me habría asegurado de que no existiera la mínima posibilidad de que se revirtiera el puto procedimiento!

Blake apretó la mandíbula, por supuesto que lo había pensado, quizá no en un principio. En ese momento no tuvo tiempo de meditar y se sumergió en el dolor, pero años más tarde la idea llegó a su mente en más de una ocasión, pero quizá en el fondo no fuera más que un cobarde que temía descubrir que se había equivocado con Hope.

—Será mejor marcharnos, de cualquier manera, pronto volverás a verla —comentó Larry halando el brazo de su primo para llevarlo de regreso al auto.

Mientras tanto, Hope, Hilary y James volvieron a la casa familiar Morgan.

—Tienes que descansar, mamá —dijo Hope una vez estuvieron en la seguridad de su hogar.

—No sé si pueda hacerlo, hija.

—Tienes que intentarlo, mi padre se ha ido, pero me tienes a mí y a Matthew —susurró.

—¡Por Dios, mi pequeño! ¿Dónde lo has dejado? —preguntó al reparar que el niño no había estado junto a Hope.

—Chelsea cuida de él en un hotel.

—Tráelo a casa, Hope, ve por él y tráelo a casa —pidió.

—Enviaré por él, mamá, pero si tú descansas. No quiero que te vea así —dijo tratando de chantajearla para que descansara.

Hilary obedeció a su hija y se retiró a su recámara.

—¿Qué piensas hacer? —preguntó James.

—No lo sé, tenemos una vida hecha en Nueva York, nuestro negocio está allá —dijo acomodándose en el sillón, sus pies dolían por el tiempo que llevaba de pie.

—Quizá tu madre quiera venir con nosotros.

—Dudo que mamá quiera dejar la ciudad, esta casa o la empresa.

—Una empresa de la cual tendrás que hacerte cargo.

—No lo sé, dudo mucho que mi padre pensara en mí, quizá ha designado a un CEO en caso de muerte —dijo

Hope trató de no pensar en su padre eligiendo a otra persona por encima de ella, no de nuevo.

—Será mejor que te des un tiempo, ahora si lo prefieres puedo llamar a Chelsea para que traiga a Matthew, tú estás agotada, casi no has dormido desde que dejamos Nueva York.

—Te lo agradecería mucho, James, no quiero que mi hijo me vea así.

—Ve a descansar y me haré cargo.

Hope obedeció, subió a su habitación y cayó rendida sobre la cama.

Por la noche, Hope recibió a Matthew y Chelsea en compañía de Hilary.

La mujer no pudo evitar derramar las lágrimas al ver a su pequeño nieto en la sala, Matthew era muy parecido a Daniel, sino fuera por su sonrisa y el color de sus ojos, ella habría jurado que eran como dos gotas de agua.

—Bienvenido a casa, mi niño —dijo besando los cabellos color miel de Matthew.

—Hola, abuela, ¿Cómo estás? —preguntó en un tono muy educado, pero distante.

 Matthew solo la conocía por videollamadas, nunca habían estado cerca uno del otro como ahora, lo que generaba un grado de precaución en el pequeño, pero Hope sabía que era cuestión de tiempo, su hijo era un amor y una vez que cogía confianza hablaría hasta por los codos.

—Bien, cariño, ahora estoy bien —susurró ella.

Luego de una cena ligera, Hope le enseñó a Chelsea y James sus recámaras, mientras Matthew dormía con ella.

La siguiente semana, Hope pasó encerrada en la biblioteca de su padre en compañía de James y Chelsea para coordinar y terminar algunas cosas pendientes en su agencia de viajes. Esa mañana se dieron prisa, el abogado de su padre los había citado para una reunión a las diez de la mañana.

—Señora Hope, el abogado Smith, está aquí —anunció una de las empleadas, Hope no logró recordar su nombre.

—Está bien, dile que pase —indicó, pero al ver a la mujer parada delante de ella, preguntó:

—¿Qué pasa?

—No viene solo —dijo.

—¿Quién viene con él? —preguntó ante el rostro casi enamorado de la muchacha.

—Blake Cameron, es casi un dios —murmuró la chica.

—Es un imbécil —gruñó Hope.

—Buenos días también para ti, Hope —habló Blake entrando al despacho como si fuese el puto dueño de la casa.

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