Vuelve a casa Hope
Seis años después…
Hope sonrió cuando miró a su hijo correr en su dirección, lamentaba no pasar tanto tiempo con él cómo le gustaría, pero ella tenía que sacar adelante el negocio que había emprendido con Chelsea, la chica que se convirtió en su mejor amiga apenas tocó suelo neoyorquino. Fue una verdadera bendición en medio de tanto dolor y desolación.
—No corras, cariño, vas a caerte —le dijo sin borrar la sonrisa de sus labios.
—¡Te eché de menos, mami! —gritó el pequeño rodeando el cuello de Hope.
—Y yo a ti, tesoro, no sabes cuánto —murmuró besando la mejilla del pequeño.
—Hoy la maestra me dio un diez y dos estrellas—comentó feliz—. ¿A qué soy genial? —preguntó.
Hope asintió, Matthew lo era todo para ella, su pequeño hijo de cinco años y tres meses, era su única razón para vivir. Fue él su motor para no hundirse cuando su matrimonio terminó y sus padres la echaron de casa.
La mujer trató de apartar aquellos recuerdos de su cabeza, habían pasado seis largos años y no debería doler, sin embargo, no podía evitar sentirse traicionada por quienes amaba. Primero Blake y luego sus padres…
—¿Piensan quedarse todo el tiempo ahí? —el grito hizo que Matthew se alejara de su madre y corriera a los brazos de James.
—¡Tío, tío, que bueno que viniste! —gritó el pequeño, James era el primo de Chelsea y contador de la agencia de viajes de la que Hope y su amiga eran dueñas.
—Jamás podía faltar a tu juego de fútbol, sé que es muy importante para ti —dijo el hombre revolviendo los cabellos color caramelo del pequeño.
—¡Eres el mejor tío que cualquier niño podría tener! —gritó entusiasmado.
—Soy el único tío que tienes —se burló James.
Matthew le sacó la lengua y corrió de regreso a donde sus compañeros esperaban a la orilla del campo.
—Gracias por venir, James —dijo Hope.
—Es un placer, sabes que adoro a tu hijo.
—Lo sé, tú y Chelsea son la única familia que él conoce —dijo con pesar.
—Y te aseguro que estamos encantados de ser parte de su vida, no te aflijas, Hope, olvida lo que te hace daño y piensa que lo mejor que te ha pasado en la vida es tener a Matthew.
Hope sonrió, sin embargo, ella no podía olvidar el pasado y menos olvidar a Blake Cameron, el responsable de su infelicidad y de que su hijo fuese repudiado y tratado como un hijo de nadie. Mientras él andaba de fiesta en fiesta y saltando de cama en cama…
La mujer alejó aquellos pensamientos de su cabeza, lo que Blake Cameron hiciera o no con su vida no debía importarle en lo más mínimo. Ellos ya no eran nada…
«Nada más que esposos» …
Hope apretó sus puños y se concentró en el partido de fútbol de Matthew. Ella gritó y apoyó a su pequeño hasta que su equipo metió el gol que le dio el triunfo. La excusa perfecta para ir a comer helados.
—¡Hemos ganado, así que me merezco un delicioso helado! —gritó de camino al auto.
—Hoy estoy de muy buen humor y puedo comprarte la heladería completa —bromeó James.
Matthew sonrió.
Hope pensó que era todo lo que su hijo había heredado de Blake, su sonrisa.
¡Gracias al cielo!, pensó.
El pequeño había heredado los genes maternos, su cabello acaramelado, el color de sus ojos, el color de su piel, todo era de ella, todo menos la sonrisa…
—¡Mamá! —llamó Matthew desde el asiento trasero del auto de James.
—Voy, cariño, voy… —respondió caminando al coche.
El trayecto a la tienda de helados fue corto, cerca del colegio de su hijo estaba la heladería favorita del pequeño, así que esto iba a ser rápido y sencillo.
—Quédense aquí, iré por el pedido —indicó James.
—¿Te has lavado las manos? —preguntó Hope al pequeño.
—Se me ha olvidado, ¿vienes conmigo?
—Claro, vamos.
Hope llevó al pequeño a los servicios, lo esperó afuera y volvieron a la mesa, para encontrarse con tres copas de helado de chocolate en la mesa.
—¡Mi favorito! —gritó Matthew antes de devorarse el helado.
Hope sonrió, pero de repente su felicidad se convirtió en tristeza, un dolor agudo le atravesó el corazón, la mujer elevó la mirada a James, el hombre parecía no darse cuenta de que algo sucedía hasta que la copa de helado resbaló de sus manos y se precipitó al piso.
—¿Hope? —llamó James.
La muchacha tembló, sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¡Hope! —llamó el hombre asustado.
La mujer negó, se agachó para recoger el desastre que había ocasionado, pero el filo del cristal cortó su dedo. La sangre corrió, al mismo tiempo que la angustia se instalaba de nuevo en su pecho. Hope jamás se había sentido de esa manera ni siquiera la noche que lo perdió todo…
Hope llevó su mano sana a su rostro, lágrimas corrieron por sus mejillas ¡Estaba llorando!
—No me asustes de esta manera —dijo James al verla petrificada.
—No puedo respirar —dijo.
—Tranquila, respira Hope, ¡por Dios, respira!
—¡No puedo! James, no puedo. —Las lágrimas continuaron sin poder evitarlas.
Su corazón dolía tanto y no había ninguna explicación.
—¡Mami! —la voz de Matthew le obligó a serenarse, no estaba sola y su hijo no podía verla así.
James sacó su pañuelo y cubrió la pequeña herida de su dedo para evitar que el pequeño viera la sangre en él.
—Estoy bien, cariño —dijo buscando respirar con normalidad.
—¿Qué pasó? —preguntó James.
—No lo sé, no puedo explicar lo que sentí…, fue horrible —dijo.
—Será mejor que vayamos a casa —indicó el hombre con preocupación.
—Tengo que volver a la oficina —refutó.
—Llamaré a Chelsea, le diré que se ocupe de lo que tenga que ocuparse. Tú necesitas un descanso —insistió y no le dio lugar a discusión.
Hope aceptó volver a casa, pero la sensación de dolor la persiguió durante todo el trayecto, no tenía ninguna lógica lo que había sucedido en la heladería.
—Llegamos —indicó el hombre.
—¿Volverás a la oficina? —preguntó Hope bajando del auto.
—Iré por Chelsea y estaré de regreso antes de que puedas extrañarme, bonita —le dijo guiñándole un ojo.
—Gracias, James.
—Estoy contigo Hope —aseguró el hombre antes de salir a la oficina.
Hope pasó el resto de la tarde con Matthew, ayudó al pequeño con su tarea, antes de bajar a la cocina y preparar la cena.
Ella no tenía empleada doméstica y no era por falta de dinero, pero había descubierto que su privacidad era lo más importante, sobre todo si alguien la reconocía como la esposa infiel del magnate Cameron.
Hope suspiró, se sentó a la mesa de la cocina para tomarse un café y tratar de no pensar en el pasado, pero era casi imposible. Sobre todo, porque no había visto a sus padres en muchos años. Su madre era la única que llamaba para preguntar por ella y el bebé, su padre jamás la perdonó y dudaba que alguna vez lo hiciera.
El sonido de su móvil la sacó de sus amargos pensamientos, se puso de pie para cogerlo y respondió:
—Aló.
—Hope
—¿Mamá? —preguntó para estar segura de que se trataba de ella, el número de la llamada era desconocido.
—¡Hope!
La voz angustiada de su madre le dio un vuelco al corazón.
—Mamá, ¿Qué pasa? ¿Estás bien? —preguntó angustiada.
—No, no estoy bien, pero no soy yo, es tu padre, Hope.
La muchacha tuvo que sentarse de nuevo sobre la silla, porque sus piernas temblaron y amenazaban con ceder bajo su peso.
—¿Papá?
—Vuelve a casa Hope, es urgente, tu padre ha sufrido un derrame cerebral, los médicos no le dan muchas esperanzas…
Hope sintió que la tierra se abrió bajo sus pies, como fuera y sin importar lo que le había hecho cuando más lo necesitaba, Daniel Morgan era su padre…
La muchacha ni siquiera fue consciente de quién de las dos colgó la llamada, no supo si fue ella o su madre, ella se quedó de una pieza en la silla, mirando a la nada.
—¡Hope! —llamó Chelsea al entrar y mirarla en ese estado.
—Tengo que volver a Los Ángeles —musitó con lágrimas en los ojos.
—¿Qué?
—Mi padre, Chelsea, mi padre ha sufrido un derrame y los doctores no le dan muchas esperanzas.
—Hope…
—Tengo que volver, Chelsea, tengo que hacerlo…
Chelsea se mordió la lengua para no decir lo que pensaba de Daniel Morgan, en su lugar, llamó a James para que se hiciera cargo del viaje.
Hope estuvo en completo silencio, solo el calor del cuerpo de Matthew contra el suyo fue capaz de reconfortarla, las seis horas que duró el viaje, solo pudo pensar en todos los años que vivió lejos de su padre y la culpa no era de otro sino de Blake Cameron, ese hombre pasó de ser el amor de su vida a convertirse en una maldición.
—Hemos llegado —le susurró Chelsea moviendo su brazo para no asustarla, creyendo que Hope estaba dormida.
Hope abrió los ojos, se fijó en Matthew dormido sobre su pecho y esperó a que James le ayudara a cargarlo.
—Tengo que ir al hospital —dijo, apenas salieron del aeropuerto.
—James irá contigo, mientras yo me haré cargo de Matthew, no te preocupes por él —dijo Chelsea.
Hope asintió.
—Gracias —dijo.
—No hay nada que agradecer Hope, para esos son los amigos —indicó la chica.
Hope no respondió, luego de llevar a Chelsea y Matthew a un hotel, James la llevó al hospital donde su padre se encontraba internado.
Hope rogaba poder llegar a tiempo y encontrar a su padre con vida.
Sin embargo, al entrar a la sala de espera supo que jamás tendría una sola oportunidad de arreglar las cosas con su padre.
—¿Qué ha dicho usted? —preguntó Hilary al médico.
—Lo lamento, señora Morgan, pese a todos nuestros intentos, no pudimos hacer más por su esposo, el señor Daniel acaba de fallecer…
Un grito desgarrador llenó la sala de espera, Hope no supo si era ella o su madre la dueña de aquel lamento, solo fue consciente de aferrarse al cuerpo de la mujer mayor y llorar por lo que había perdido…
Desagradable encuentro—¡No! ¡No, mi esposo no! —sollozó Hilary en brazos de su hija.—Trata de calmarte, mamá, esto no puede hacerte bien —pidió Hope.La mujer negó y continuó con su lamento, lloró y gritó todo lo que quiso y pudo antes de desvanecerse.—¡James! —gritó Hope—. ¡Llama al doctor! —pidió.El hombre corrió a la emergencia y solicitó auxilio, antes de volver y tomar a Hilary en sus brazos, al notar la demora del personal médico.La enfermera y el galeno corrieron para brindarles ayuda. Mientras el corazón de Hope se agitaba dentro de su pecho, rogando porque su madre estuviera bien.—Todo estará bien, Hope, tu madre tenía que sacar todo el dolor que la embargaba —dijo el hombre sentándose a su lado, temiendo porque la joven también colapsara.—No llegué a tiempo, James, no tuvimos la oportunidad de perdonarnos —se lamentó.—No fue tu culpa, Hope, tu padre se equivocó al elegir su apellido antes que a ti que eras su hija, ni siquiera se dio una oportunidad de conocer a su n
Que desagradable sorpresaHilary se puso de pie, miró a su hija antes de prestar atención a su yerno, la situación no era la mejor, pero su educación no le permitió hacerle un desaire al magnate.—Muchas gracias, Blake —murmuró en tono bajo.—No tienes nada que agradecer, Hilary, independientemente de todo —dijo—. Daniel y yo éramos socios y amigos —respondió mirando a Hope, esperando a tener su atención, sin embargo, su esposa no se movió de su sitio, ni siquiera se molestó en mirarlo una sola vez.—Te agradezco el gesto que has tenido al venir esta noche, Blake, sin embargo… —Hilary no terminó de hablar, la voz de James se lo impidió.—¿Te sientes bien, Hope? —preguntó—. ¿Necesitas algo, un café o un té? —cuestionó James sentándose a su lado.—Ella odia el té —respondió Blake sin darse cuenta.¿Qué diablos había sido eso? ¿Qué esperaba con meter las narices donde no necesitaba meterlas de nuevo?Sin embargo, él no pudo dar respuesta a sus cuestionamientos, al escuchar la voz de Hope
Intento de negociación—¡Alto ahí, Blake Cameron! —gritó Hope antes de que el hombre atravesara la puerta del despacho de su padre.—¿Qué sucede? —preguntó con tono inocente, lo que provocó que la ira se agitara en el corazón de Hope.«Quien se enoja pierde»Las palabras de James resonaron en la cabeza de Hope, así que respiró profundo y trató de ser cordial, porque difícilmente podría serlo con ese hombre.—¿Qué demonios haces en mi casa? —preguntó.—El abogado me ha citado, pregúntale el motivo —respondió antes de continuar su camino.Hope miró al abogado, sin embargo, el hombre huyó más rápido que despacio a la seguridad del despacho.—Dile a mi madre que baje a la biblioteca —pidió Hope.—Ahora mismo, señorita —la mujer se dirigió a las escaleras, mientras Hope se encaminó a la biblioteca.Tener a Blake Cameron en su casa, bajo el mismo techo de su hijo, no era lo que ella habría deseado y no porque tuviese miedo, sino porque Blake no era digno siquiera de mirarlo y si de ella dep
Es mi enemigoHope miró al abogado, el pobre hombre salió corriendo ante la seria y fría mirada de la mujer.—Puedes pensarlo, hija, quizá vender sea mejor para ti —dijo Hilary—. Has hecho una vida en Nueva York, no quiero que te sientas presionada a quedarte por mí causa, tienes que pensar también en Matthew, el cambio de ciudad puede ser difícil para él —añadió.—No voy a venderle a Blake, mamá, y tampoco volveré a salir corriendo.—Hope…—Lo hice hace seis años, pero no lo hice porque tuviese algo que esconder o porque le tuviese miedo a Blake Cameron, lo hice por ti y por mi padre; no deseaba que ustedes se vieran afectados por lo que había ocurrido entre nosotros y veo que fue así.Hilary bajó el rostro.—Tuvimos algunos problemas financieros hace unos dos años, Daniel buscó ayuda en Blake y le ofreció el 50 % de la compañía, él aceptó sin dudar.—Por supuesto que Blake no iba a negarse, es un tiburón para los negocios y papá le entregó en bandeja de plata la mitad de la empresa.
¡Qué hombre tan molesto! «Soy James, el novio de Hope…» Blake no pudo apartar aquellas palabras dichas por James, se repetían en su cabeza como si fuese un mantra… —¿Se podía ser tan sinvergüenza? —preguntó dejando la copa de whisky sobre el escritorio con brusquedad. Más de la necesaria. —¿Quieres que te responda con sinceridad? —preguntó Larry mirándolo con seriedad. —Por supuesto. —No se puede ser más sinvergüenza que tú, Blake. ¿Cómo demonios se te ha ocurrido presentarte como el esposo de Hope? —le recriminó. —Porque lo soy. —No fue eso lo que dijiste el día del funeral o las veces que te dije que eras un hombre casado para comportarte como un playboy. —¿Eres mi primo o su defensor? —cuestionó Blake con tono malhumorado, el hombre se arrepintió de contarle lo que había hecho en las instalaciones de H&B. —Soy tu primo y no defiendo a nadie, Blake, pero no soy idiota y mucho menos ciego. ¿Por qué te cuesta admitir que sigues enamorado de esa mujer? Blake gruñó ante el cu
¡Papá! Blake frenó bruscamente, él podía jurar que los neumáticos de su auto habían echado humo ante la manera abrupta con la que pisó el freno y poco le importó. El miedo de haber atropellado al niño le invadió. —¡¡¡Matthew!!! ¡Matthew!… —los gritos de la mujer le hicieron reaccionar—. ¡Una ambulancia! ¡Por favor, que alguien llame una ambulancia! —continuó gritando la mujer. Blake marcó el número de emergencia para solicitar una ambulancia, bajó del auto para ver al pequeño, rogando porque solo se tratara de un susto, pero el susto se lo llevó él al reconocer al niño. ¡Era el hijo de Hope! ¡Mierd4! ¡Mierd4! ¡Mierd4! El corazón del magnate latió dentro de su pecho como si fuese una locomotora, el niño lloraba mientras se aferraba al cuerpo de la mujer que continuaba gritando. Blake se dio cuenta de que la chica estaba en shock. —¡Deja que me haga cargo de él! —dijo acercándose, quería asegurarse de que el niño no estuviera herido. La mujer se hizo a un lado, mientras Blake se
Una decisión Hope le dedicó una última mirada a Blake antes de pasar por su lado y acercarse a su hijo; ya había perdido tiempo con quien no lo merecía, pero necesitaba dejarle las cosas claras a Blake. Ella y su hijo no era una maldit4 segunda opción de nadie.—Mami —llamó Matthew.El rostro de Hope se transformó y le dedicó una sonrisa temblorosa a su hijo.—¿Cómo estás? —preguntó agachándose a la altura del pequeño.—Bien, solo han sido unos raspones y una contusión en el tobillo…—Hablaré con el médico que lo atendió —se ofreció James.—Te lo agradeceré mucho, cariño.—No tienes nada que agradecer, muñeca, es siempre un placer…¿Cariño? ¿Muñeca?…Blake sintió que la hiel subía por su garganta, ese hombre no tenía vergüenza, ¿Cómo podía llamarla de esa manera estando él presente?El magnate apretó los puños, él no tenía derechos sobre Hope y era evidente que ella ya no sentía nada por él, pero… ¿Y si se había equivocado? ¿Qué sucedería si se daba cuenta de que estaba equivocado?«
¿Cosas del destino? Larry miró a Blake en completo silencio. —¿No vas a decir nada? —preguntó Blake ante el silencio de su primo. —¿Qué quieres que diga? —cuestionó con el ceño fruncido. —No sé, quizá alegrarte porque tomé la decisión de ir al urólogo. Larry negó. —La verdad es que no tengo ningún puto motivo para alegrarme por ti, Blake, porque presiento que tu visita al urólogo será el inicio de tu infierno personal —respondió con toda la calma de la que fue capaz. —¿Mi infierno personal? —preguntó casi con burla—. El infierno es en el que he vivido desde hace seis años… —Y eso no será nada, si descubres que el hijo de Hope es hijo tuyo… Blake miró con enojo a su primo. —No entiendo, te has pasado repitiendo todos estos años que debería haber consultado al especialista de nuevo, buscar una explicación… —Lo hice y tú te demoraste ¡Seis años! ¡Seis jodidos años, Blake! No esperes que me sienta orgulloso de la decisión que estás tomando. —No te comprendo… —Has tu cita con
¡Tres semanas!Tres semanas era el plazo que Abby le había dado a Isaac para casarse con ella. Isaac se había sorprendido, pues esperaba que su prometida planificara la boda de sus sueños, sin embargo, Abby había decidido todo lo contrario.«El tiempo es oro y la vida es muy corta para perder más el tiempo, Isaac. Yo estoy segura de mis sentimientos por ti y si en tu corazón no existe duda alguna de que me amas, no entiendo por qué debemos esperar. ¿Qué vamos a esperar?»Aquellas palabras habían sido decisivas para Isaac. Él no iba a negarse a convertir a Abby en su esposa y compartir con ella por el resto de su vida.Las tres semanas pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Bárbara Hamilton había convocado a toda la familia para solicitarles su participación y planificación de la boda.Si la familia se vio sorprendida por el repentino anuncio, se abstuvieron de hacer comentario alguno y participaron muy activamente hasta en el más mínimo detalle de la fiesta.Hope y Daphne fueron las en
Abby miró su reloj por enésima vez, el pequeño aparato marcaba las ocho de la noche y quince minutos e Isaac no daba señales de vida.—¿Dónde te has metido? —musitó en voz baja, mientras caminaba a su balcón, ya ni recordaba las veces que lo había hecho en los últimos cinco minutos.Abby estaba tentada a llamarle y preguntarle, pero… ¿Qué iba a preguntar? ¿Si se había arrepentido? ¿Qué de repente se había dado cuenta de que no eran el uno para el otro? Ella negó con brusquedad, como si de esa manera los malos pensamientos se alejaran de su cabeza.Eran pensamientos que no debía tener, que no debía siquiera pensar.—Isaac —lo llamó.Abby se acercó a la ventana de nuevo, caminó un par de veces, miró su reloj y apenas habían pasado tres minutos.Estaba a punto de caer en la desesperación, incluso estaba tentada de llamar a la policía, pero cuando sus ojos se fijaron en el auto que estacionó frente a la entrada de su casa, ella se olvidó de todo, salió de su habitación y corrió escaleras
Un sentimiento de enojo se apoderó del cuerpo de Isaac y un deseo de ir y golpear al hombre barrió por cada fibra de su ser, sin embargo, no se movió de su sitio. Se obligó a estar de pie, justo allí donde estaba.—Isaac —murmuró Connor, el hombre no tuvo ningún problema en reconocérselo y sin saber por todo lo que el ex agente había pasado se acercó para darle la mano.Isaac de nuevo estuvo tentado a no corresponder el saludo, pero terminó extendiendo su mano, recordando que el motivo de su secuestro también tuvo que ver con su trabajo. Ser un agente no era fácil y llevaba muchos riesgos y en el fondo agradeció no haber sabido qué Connor vivía, pues con seguridad habría revelado la verdad ante tantas torturas a las que había sido sometido.—Connor —dijo, sorprendiendo al hombre, pues en todos esos meses, seguía utilizando el nuevo nombre que le fue otorgado.Daphne carraspeó para llamar la atención de los hombres, pues la presencia de Isaac en casa de sus padres y luego de tanto tiem
Abby dejó escapar un ligero gemido, su cuerpo estaba dolorido, pero de esa manera deliciosa, con esas señales inequívocas de haber hecho el amor toda la noche.—Buenos días mi Ángel —saludó Isaac dejando un sendero de besos húmedos por sus hombros y mordiendo el lóbulo de su oreja.—¿Cómo llegamos aquí? —preguntó, la chica al darse cuenta de que estaba sobre una cómoda y suave cama.—Exactamente, no lo sé —Isaac se rio—. ¿Importa? —preguntó sin dejar de reír.El sonido de aquella risa inundó el corazón de Abby, que bien se sentía, era como estar en el lugar correcto, con la persona correcta.—Lo único que me importa es saber que estás aquí, conmigo —respondió, girándose para quedar frente a frente con Isaac.—Abby —susurró, perdiéndose en su mirada, Isaac estaba tentado a tomar los labios de la muchacha y volver a perderse entre las mieles del amor, sin embargo, era consciente de que no todo era pasión. Ellos se habían entregado por completo y él deseaba hacer las cosas bien y bonitas
«Deseo hacerte el amor»El cuerpo de Abby tembló ante tal declaración, su corazón se aceleró y su intimidad se humedeció casi de inmediato.—Isaac —susurró, mirándolo a los ojos con intensidad.—Abby…El ex agente estaba a punto de retractarse, quizá no había sido el mejor momento, tampoco era el mejor lugar, por lo que, haciendo acopio de su fuerza de voluntad, intentó apartarse del cuerpo de la joven.Abby adivinó sus intenciones y antes de que se pudiera alejar lo haló de la camisa y tomó su boca en un beso desenfrenado, presionándose contra él de tal manera que no pudiera escapar.Isaac tampoco deseaba huir, él no era un don Juan, no tenía ningún interés en nadie más que no fuera Abby, tampoco la quería para una noche de aventura. Él deseaba que su Ángel formara parte de su vida y felicidad por el resto de sus días.Quizá estaba comportándose de manera egoísta a ojos del mundo, sin embargo, era todo lo que él deseaba. No pedía nada más a la vida, no quería nada más.El bes
Isaac se quedó de piedra por unos breves segundos, antes de cerrar los ojos, tomar el cuello de Abby y corresponder el beso.Abby gimió al sentir la lengua de Isaac abrirse paso por su boca y de dominar el beso, se vio sometida por la fuerza y la destreza del hombre, mientras Henry y Romina miraban en completo silencio la situación.—Creo que estamos de más —murmuró Romina, acercándose a Henry.El muchacho asintió y no se fijó en lo cerca que estaba su querida enemiga.—¿Por qué no me invitas una copa? —preguntó Romina.Henry se giró para verla y sus labios casi quedaron juntos, él tragó, la última vez que habían estado muy cerca uno del otro, había sido dos años atrás, mientras celebraban el cumpleaños número dieciocho de Romina.—¿Quieres que te invite? —preguntó Henry desconcertado.—No tengo nada mejor que hacer y ver a una pareja comerse delante de mí, no es mi fetiche —mencionó.Henry miró a Abby y se dio cuenta de que definitivamente no iba a recuperar a su prima esa noche, así
—¿No es Romina, la pequeña minina? —preguntó Alexander, señalando en dirección del auto de Isaac, mientras él rodeaba el carro para subirse al lado del piloto. —¡Cállate! —gritaron Henry y Abby al mismo tiempo.—¡Qué carácter! —gruñó Alexander, ganándose una mirada severa y amenazadora por parte de sus primos.—Será mejor que no te metas con ella, Henry aún está sensible —susurró Lucas, el menor de los cuatro, desconocía con exactitud lo ocurrido, pero era evidente la tensión que existía entre Romina y Henry.Alexander se encogió de hombros y se dirigió a su auto.—Los veré en el centro comercial —dijo, mientras Henry apretada los puños y Abby esperaba tener una buena respuesta por parte de Isaac esa noche. —¿Vienes conmigo o con Henry? —preguntó Abby a su hermano, Lucas tenía el auto en el taller y su padre se había negado a darle otro.—Valoro mi vida lo suficiente como para ir contigo, hermanita, te veo en el centro comercial —respondió Luca, subiendo al auto de Henry con
«Así que no volverás a librarte de mí»Isaac sintió que su corazón latió fuerte dentro de su pecho y le fue imposible no sonreír ante el rostro sonriente, decidido y feliz de Abby.—¿No estás molesta? —preguntó, aún no habían aclarado su abrupta partida y aunque Abby había mencionado que no era necesario, no podría avanzar si no trataba el tema con la importancia que tenía.—Al principio estuve molesta conmigo misma por no darte la mano ese día, pero tienes que reconocer que no estaba preparada para descubrir que no eras Xavier —comentó levantándose de su silla y caminando en su dirección, pero sin llegar a acercarse tanto.Abby se detuvo, se sentó sobre el escritorio y se cruzó de piernas.Isaac se mordió el labio ante las acciones de Abby, mientras se preguntaba: ¿En qué momento se había convertido en una joven atrevida? Y no es que le molestara la nueva actitud de Abby, todo lo contrario, aun así…—Lo siento —dijo al darse cuenta de que Abby esperaba una reacción por su parte.—Ten
«Abby»El cuerpo de la joven tembló, su corazón latió casi con violencia dentro de su pecho. Había pasado tanto tiempo desde aquella última vez que se habían visto, desde aquella extraña y fría despedida.—Isaac…El exagente le sonrió, no podía hacer otra cosa. Jamás imaginó que encontraría a Abby justamente en la puerta de la mansión Cameron.—¿Qué haces aquí? —preguntaron al unísono.El silencio se instaló entre ellos luego de aquella pregunta, Isaac no sabía si debía responder y Abby estaba tan asombrada que no encontraba su voz.Isaac se fijó en la mano sobre la mano de Abby, no la había retirado, y así fue como fueron sorprendidos cuando la puerta se abrió.—¡Señorita Hamilton! —pronunció la muchacha.Abby le sonrió, pero se lamentó la interrupción, seguramente ahora venía la despedida y no volverían a encontrarse.—Señor Harper —saludó la muchacha al darse cuenta de la presencia de Isaac —¿Cuánto tiempo sin verlo? —exclamó.Isaac le sonrió, mientras Abby lo miraba de manera inte