Capítulo 63
Un silencio sepulcral envolvía la entrada de la región militar. Nadie se atrevía a pronunciar una palabra.

En ese momento, sonó una bocina. Todo el mundo se dio la vuelta para ver de dónde provenía.

¡La expresión de todos se iluminó de nuevo!

¿Por qué se iban?

Los soldados y el teniente de la entrada se enderezaron y saludaron.

“¡Buen día, señor!”.

Al unísono, sus voces eran brillantes y sonoras.

Gladys bajó la ventanilla y volvió a asomar la cabeza. La emoción y el orgullo mal disimulados se reflejaban en su rostro.

A medida que el coche se acercaba, los magnates que hacían cola se apartaron y cedieron el paso.

Gladys incluso levantó la cabeza y saludó a los soldados que estaban a ambos lados: “Buen trabajo, chicos. Buen trabajo”.

Con sus ademanes, se asemejaba a una oficial.

El coche salió de la región militar.

Se detuvo frente a los Callahan, quienes seguían en la entrada. Gladys abrió la puerta y salió del coche.

Llevaba la cabeza en alto, radiante de orgullo.

Con un
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